sábado, 23 de diciembre de 2023

poema.

Moriré un tanto la muerte de otros
antes de morir mi propia Muerte:
tanático simulacro, carta del futuro
en clave "memento mori",
un rozar con la punta del pié
las aguas gélidas en que más temprano,
o más tarde,
habré de zozobrar.
Mientras tanto, 
este Paréntesis enigmático...

                                ***

¿Qué es la Vida sino un Paréntesis que aloja el Enigma de sí y el Hartazgo ante su cosustancial carencia?

martes, 31 de octubre de 2023

Poema.

Nos masturbamos con la Palabra:
practicamos vouyerismo
cuando se levanta la tupida falda al
orinar. Buscamos entre sus excrementos
de aquello que la nutre:
a veces la hallamos dentro del confesionario de la iglesia,
otras, aturdida de alcohol y desaliento;
las más en la boca de las gentes,
tratando la fuga o el desenlace
de la pena capital, de la inyección
letal sobre la muelle y roja tumba 
de la lengua. 

miércoles, 18 de octubre de 2023

Trago a las nueve am con terrón de azúcar

Habitan en mí la mala suerte,
la maldición y el horror:
el enemigo se disfraza de mi piel,
la antípoda maniquea
y lo que no tiene solución
ni respuesta.

Dentro de mí mora la pandemia
y la peste: la plaga
y la desmesura: el color negro,
el más negro de los negros matices.
Y mi alma como ala de mosca,
como el ojo del Vacío…

Mi interior es funesto, lo sé,
aunque guarde semejanza con catedral gótica
o putero lleno de neones;
también mi lengua es alfombra roja
para imprecaciones con tacón dorado
e ignominiosos arquetipos.

Amén mis huesos mohosos
mi tórax aloja otros cementerios
submarinos y blasfemias esmeralda.
En mis palmas avenidas transitadas
con choques y muertos por doquier.
Mi frente rajada por los años
y alcalinos pensamientos.

Endosé mi acta de nacimiento
al eternamente repudiado,
y me la devolvió hecha pedazos:
no poseo nada, ergo soy nada,
hijo de la Nada. ¡Bravo! Mi mejor logro.

Y a veces, cansado de mí, resoplo, 
a fin de menguar el inagotable Prana,
y fracaso en consonancia, y me odio.
¿Cuántos cubos de optimismo se precisan
para endulzar el jarabe amargo que todos tragamos?

                               ***

Un trago a las nueve a éme lo arregla todo.

viernes, 22 de septiembre de 2023

poema

 

Busco a la desparpajada, la del pelo y pensamiento libre siempre dispuesta a montar una escoba;
a la que el día le parezca una premonición nocturna, y la noche una piel tatuada
y mancillada con cigarrillos y de mensajes ocultos llena:
a la que le duela todo, y ría por nada;
a la que no llene solicitudes de trabajo, sino que la vida la desborde
como copa o tarro de cantina:
busco a la mariposa suelta de un cuadro de Chagal,
a la que no se parezca ni al otoño reverberante ni a la primavera moribunda,
a la que baile un baile que sólo sus pasos y brazos cual torbellinos
como signos de admiración o página pornográfica:

Busco a la pacheca, a la drogadicta, o quizá a la monja
que vea un falo tras la cruz y un cuadro en la hostia consagrada:
busco a la que desgrane un puño de lentejas buscando diamantes
y atrapasueños en la rueca:
a la que el trabajo le sepa a sal, y la sal a vida, y la vida a muerte,
a la lamida por el tren de la existencia cual suspiro,
a la piaf que me cante en los insomnios con sus maullidos
y su voz como puerta hambrienta de aceite:
a la mujer como puño o asteroide o nube negra,
a la ungida de maldiciones que esté dispuesta
a oficiar ante el momento: eternidad pequeñita.

Busco a la diabólica, la de párpados negros y corazón como carbón ardiendo,
a la que presuma sus arañazos como tatuajes, y sus ojos morados
como poemas bizantinos. A la de los dientes amarillos
por mor de maledicencias y sustancias y experiencia…
A la que a veces le apeste el hocico a sarcófago egipcio
o a separo de la Cuauhtémoc…
A la que se haya guardado bajo las uñas un cacho de historia
que prefiera callar…

Busco a la que abriendo los cajones encuentra fotografías rotas
y cachitos de crack o algo más bajo,
y que cierre tras de sí las puertas por los felinos hambrientos.
Busco a la que mojaría el índice en un cenicero
y administraría sobre sí el sacramento
y las demás frentes sudorosas; busco a la que se cague
mientras ríe en superfluo disimulo:
la que abre latas de pescado con los dientes
y bebe el contenido como Rioja;
busco a la que se parezca al sol por inevitable,
a la luna por la lujuria…

Busco a la que la piel  sepa
al musgo de la noche y a las canciones de Portishead
y al grito desesperado y callado, como la oscuridad
y el sueño; a la pitonisa del humo y el balbuceo
y la entrelínea: al poema sobre piel no escrito,
a esa, a esa… Busco al gemido esencial
y la raja del mundo: a la que es verde y azul
y llena de costras y covid y virtudes y perlas
iridiscentes y ojos como pecera…

Busco a la tóxica nivel Fukuyama, a la Eloísa partida en dos,
al fruto maduro, al pájaro desvelado,
al mineral brillante, al concepto hambriento de contenido,
busco.

jueves, 31 de agosto de 2023

Mi muy peculiar "fenomenología de la consciencia", poema.

 

Los muertos, los ya idos vienen y se arrastran y toda su puta plasma queda en mi casa, una madre viscosa y maloliente, como cuando una bolsa negra y gorda de basura es arrastrada y se sale el contenido líquido de días, la emanación de digamos, seres humanos, guácala...
Sea pues un puto árabe medio perdido, sus bendiciones y maldiciones se me salen como pedos, debe ser…
Félix Lope de Vega Carpio no sólo fue un monstruo en poesía, también en la alcoba: pródigo en semen y de amantes numerosas, hay que ver... Es mi super héroe ese cabrón...
Además a Lope de Vega lo despreciaba su primer familia política, de la que nadie hubiera tenido noticia hoy día de no haber sido por él.
Hasta los poetas de un cuarto de pelo como yo recitamos medio ebrios sus sonetos imborrables.
Quédense con su supermán y espídermán y acuamán y aironmán y cuanta mamada quieran y se les ocurra, porque mientras tanto yo hincaré la rodilla diestra ante la pluma del bonito idioma castellano, ante el gran Lope de Vega, plebeyos ignorantes.
Un extremo de Lope de Vega fue Emily Dickinson , quien jamás cogió ni salió de su pinche habitación, por espacio de quién sabe cuántos años: pero ahí se consumió al calor de las nueve musas, qué chingón y qué duro, deseando acostarse a la cuñada en una norteamérica tan gazmoña.
Otro fue el pinche Kierkegaard, quien comperndió profusamente lo que implicaba ser poeta, aunque le dio culo casarse. Hizo bien.
Y ya por último hablemos del malnacido Platón, por quien yo montaría un patíbulo con horca si tuviera una República. Moriría sin apenas agitarse, como él hubiera querido que el resto de poetas...
Me cago en la gente que no percibe el Destino; me cago en los que creen en la libertad: son como recipientes llenos de diarrea, en su pinche estado de interpretado y no más allá, y además esparciendo su cochinada...
¿Crees en algo? ¡Felicidades! Epistemológicamente  eres un error.
Todo lo que te rodea, todo lo que a mí, es un error epistemológico: presunción y Eclesiastés, vanidad de vanidades, chinguen todos a su puta madre, que quede claro: la argamasa que une los ladrillos de este puto mundo son premisas falsas con conclusiones aun más falsas.
La Maquinaria nos puso a chambear, porque supo capitalizar el Tiempo.
Chínguense.
"¡Sí, sacrificamos a un Dios!"; ¿neta eso quieren decirle a los aliens?
Pinches impresentables...
Rascándonos la comezón de la verdad, de lo que tendría ser pero no es el Mundo, he ahí el origen de la filosofía maldita, o maldita filosofía, no es lo mismo.
¿Vivir? ¿Pero qué es eso?
Somos zombies que automáticamente piden sesos, pero que en el fondo queremos el Atma.
Un Poeta es un cabrón cuya lengua fue servida a proporciones iguales entre Belleza y veneno; un güey cuyas costuras fueron hecha con el hilo de la infelicidad; un amasijo de lo que le sobró a Dios después de haber hecho a su protohombre; un resto de guerra nuclear.
Un Poeta tiene que domar la bestia indómita del lenguaje humano, e ir más allá: limpiarse la glande con el "ex hihilo nihil fit", así de fácil, así de sencillo.
Un Poeta crea de donde no hay nada. ¿Hay, bastardos del trabajo, labor más fecunda, exigente y Cierto perro quería comerme la mano al estirársela, y le expliqué brevemente que hacía bien, al comernos "el cuerpo de Jesucristo" los de mi especie.nunca acometida? ¿Hay?
¿Alguien ha hecho Fenomenología de la Consciencia?
No.
Desde Husserl a la fecha, han tomado el término sofisticadamente, pretendiéndolo.
Porque en el fondo han querido sentarse en un diván, o comerse unos grajos de peyote, y todo les ha dado culo.
Psicoanálisis, ufff.
La Psicología es una ciencia (?) fracasada por lo siguiente: convierte lo más bonito del ser humano en objeto de conocimiento; es un tropiezo del cartesianismo, entiendan.
¿Quieren regalar su dinero después de presumirlo en redes? Vayan al psicólogo, que él o élla harán lo mismo.
El psicólogo es como el cura ayer el gram estafador, y el que le encomienda su alma a cualquiera de seso bastardos es un pendejo.¿Qué es el Alma, hijo o hija mía?
¿Le darías eso tan preciado a un puto cerdo con sotana o título universitario para que te lo manosee?
La Poesía ha de ser como cocaína pura, sin cortes.
Como Ambrosía, como alimento divino.
Y si es otra cosa, como vómito verde y lombrices y bilis e insinuadas células de cáncer. Fúchila.
La Poesía ha de ser en este mundo salpicado de terror y otras cosas innombrables.
Fiat Carmen!
La Poesía debe surgir como la fiebre después de la mordida de una serpiente, y nos debe hacer decir pendejadas ahogadas en la espuma de nuestras bocas como vaginas furiosas, y verticales, en ese maremágnum negro y maldito, en esa rodilla hendida y en esa estrella que implosiona en la pupila.
O si no a la verga.
Y lo primero que veréis parir a esa madre contractuada es un puño cerrado, porque nadie pide nacer; en el suplicio del parto y de la cagada involuntaria y horribles flujos surgirá eso, una maldición, y todo mundo lo verá bello y lo bendecirá, y él disimulará su risa en llanto.

miércoles, 30 de agosto de 2023

A Granada. POEMA.

 

Yo hace años vivía en un país cuyo sol era como plancha metálica que reflejaba la luz de día, pero no su calor: ése había que imaginarlo o evocarlo, para los oriundos al menos de países más prósperos en lumbre: allí era mito, un cuento entre gentes que se agolpaban unas contras para soplarse sobre sí y las manos desnudas: yo no pintaba, ni mi pinta querida o merecida; yo ahí era un alien de Tacubaya, un elemento surreal en un lienzo de nieve, un liliputiense en el país de los caballos y los tulipanes, y una persona ‘non grata’ al final.
Oh, más tarde vendría el sol como flagelo, tiempo más tarde el mismo tiempo devendría en leyenda y relámpagos tatuando la negrura del horizonte en una orgía estival anunciando un destino inerme y rendido ante mis ojos donde empieza Despeñaperros y todas las gargantas se abren en el sur de una Iberia africanizada; oh, sólo más tarde Lorca y los gitanos con sus cantaores y bailaoras y el vino clandestino del Almuñecar y la Salobreña acariciarían el túnel que media entre mi boca y corazón con el tacto del cardo y de la miel, y sus mujeres como mariposas ebrias y sus hombres morenos y con costras como espuma… Fue aquella una época de pornografía para cardiólogos y “bohemia” en la circulación y los labios, una y otra vez recorridos por el néctar de la Creación, que es la saliva de las andaluzas… Conocí el amor como el planeta Júpiter un meteoro errante, violento y explosivo, parecido a la exuberante primavera y al lila en las enredaderas; todo era como la amapola silvestre, de  tesitura ígnea y achicharrante a la vista; en cada esquina y recoveco una maravilla asechaba, un prodigio como el lenguaje de los gatos: oh, senos turgentes del continente negro o pubis lúbrico de España, bella y Flagrante entre tus pares… Así fue un verano del lejano dosmil seis ya, lejano como el la luna Ganímedes al menos en humano conteo…
Granada se abrió en mi pecho como afrodisiaco desgranado y rojo, y su jarabe de lava en mis comisuras cerebrales y las maromas que sujetaban mi lengua torturada: me buscaba en las calles de las Teterías a medianoche entre aullidos y un árabe macarrónico en palabras tropezadas, oh Granada y tus pechos envidia de la Reina Católica que en ellos guardas, oh Granada savia del Corán y los llantos mozárabes, oh Granada de las casas encaladas y las noches de hálito telúrico y gris y judíos conversos y cristianizados moros y cruzados en retiro, te amo como si me hubieras amamantado con tu leche cósmica y tu cante jondo, Granada mía…
Una vez en una noche mercurial llegóse a mí en la barra una de tus hijas, una morena volcánica y de pocas palabras y ojos de aceituna griega, pero anidando áspides y otras cosas innombrables en sus pupilas negras, y me besó en la boca y se dio vuelta, dejándome ahí clavado, en el centro de la Tierra y del puto bar, como en la cruz del redentor lo que en sus palmas; otra vez, cayéndome de borracho, intercambié puñetazos con un torero, y lo hice blandir sus aparejos e imprecaciones, y lo astillé en mi furia, y me hirió de muerte, y luego seguimos bebiendo vino púrpura; y otra más, encontré sobre el ‘Paseo de los Tristes’ una cofradía arrastrando sus cadenas en los tobillos mientras laceraban sus espaldas a la luz argentina de un abril: le llamaban “Procesión del Silencio”, y era bello y triste, y toda tú gemías arañándote la cara… Oh meridional sección del Edén llena de pardos olivos y beáticos murmullos, como lo que el Darro recita bajo tus piernas ancestrales con el ritmo del flamenco, Granada rubicunda y mayestática y plebeya, Granada para quien te quiera recorrer y tú te quieras abrir…
Granada que guardas la ciencia de la Cartuja, de tu universidad donde el padre Suárez y su escepticismo afilado y tu huerto de poetas y tus colobríes y rosas importadas: y de Castilla y los demás rincones del Reino cantan tu fertilidad, del mar cantábrico a la Valencia mediterránea: terciopelo en los hombros de Isabel, y mortaja de Fernando…
Granada herida de catolicismo y franquismo a guisa letal; Granada amnésica que sobre tu piel soportas piojos  e infecciones sexuales; Granada como telarañas catedralíceas, como argumento de Ibn Gabirol o iracundo puñetazo de Miguel Hernández o blasfemia en voz alta: di al mundo, a los que nos retorcemos ante tu recuerdo indeleble, a los sofistas y homeless que cantamos tus plenitudes, que no morirás nunca… Granada como arma biológica, como prostituta en celofán, como inyección nuclear, oh Granada discordia de los Imperios y de las mozas júbilo y recreo de los mozos, fuente cantarina del Patio de los Leones y de la Plaza de San Nicolás orgía de sudores oceánicos y coros borrachos de voces juveniles en tus plazuelas como ingles, Granda llena de cicatrices y escudos de armas y tapas sobre la copa en espera de los condes, Granada… Eres poesía como tu puerta Elvira abierta, como vagina mundial y hombres y mujeres encadenados para tu peculiar disfrute, Granada, yo hace años marché bajo las mismas puertas como hueste furiosa y deplorable, buscando agua, y me diste vino, Granada…
Te extraño y apenas te enteras.
Así eres, así es.

viernes, 25 de agosto de 2023

"Dame a Cristo dame... Hiroshima" (L. Cohen/Aute). Microensayo NO académico.

 

Tratándose de las iniquidades del pasado, casi todo mundo pretende haber estado del lado justo de la historia de haber vivido ahí y no en su presente, plagado, por otra parte, de tanto o más injusticias que los tiempo pretéritos, las cuales no sólo son posibles por acción directa, sino por omisión o incluso esa perversa indiferencia mal llamada “cinismo” tan en boga.
Una manera de ponerse a prueba a sí mismo es decidiendo, por ejemplo, si uno hubiese clamado con el Sanedrín por la crucifixión del Nazareno, si lo hubiese condenado lavándose las manos, o acaso aupado en su cruz clavándolo por palmas y dorsos, o quizá llorado su Pasión al pie del palo con su madre.
Uno puede verdaderamente conocer su estofa si es más sensiblero al papel que le hubiera gustado interpretar en un pasado que no vivió que al presente ante cuyas atrocidades es, ya por cobardía o pusilanimidad, omiso o perversamente indiferente: como chiquillos disputándose los papeles más codiciados de la pastorela: aquello que sin duda les reportarían la admiración general, acicalándoles la vanidad propia.
Por todo lo anterior yo le pelearía a Alex DeLarge el papel de centurión, y ya sabría esta humanidad hija de puta lo que es flagelar.

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Si uno abraza a la humanidad deberá abrazar igualmente a su Crueldad.
De lo contrario… Pero si claudicáramos a lo ‘humano’ en nosotros en virtud de su crueldad concomitante… ¿Qué queda? ¿Qué camino queda?

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 ‘LA PASIÓN’, de Mel Gibson.

Una vez ebullida la sangre vertida en esta marmita hirviente mal llamada película, uno francamente no sabe contra quién sentirse más indignado: si contra su mismo pueblo judío que lo condenó, el romano colonizador que lo ejecutó, o contra su celestial Padre, que repantigado en su culo gordo y mullida nube, se limitó a observar, sin siquiera abrevar el suplicio o amainar el escarnio... Con todo y conocer el desenlace en esta misa de sevicia y carnes flageladas llevada hasta el paroxismo más gore, aún tenía la secreta esperanza que en el momento más álgido se hubiera cambiado ad libitum el famoso parlamento del nazareno, diciendo más bien: "No los perdones Padre, ¡porque estos hijos de puta sí saben lo que hacen, y además se solazan en ello! A los cabrones romanos resérvales la furia del Vesubio, la peste negra y uno a quien llamen tu Azote, mientras que a los putos judíos la persecución ahí donde se hallaren, la ignominia pública y las chimeneas de Europa oriental... ¡Sí saben lo que hacen!"... Y así este mamón del Mel Gibson se atrevió a recrear (otra vez) la más descomunal madriza a que fuera sometida la carne humana (que eso era, y de ahí sus posibilidades estéticas de exacerbación de la crueldad)... Tal vez no la hubiera visto nunca de no haber llegado a mis manos cierta literatura crística, y por qué no decirlo, de no haber estado hoy lo suficientemente aburrido y además perezoso como para ver otra cosa: la violencia de cepa y como arte, es revulsiva...

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Hacerse con la tan ansiada ‘máquina del tiempo’ a condición de que en los viajes al pasado nada pudiera cambiarse: por muy atroz, por mucho que pusiera en entredicho la tácita o cacareada superioridad de nuestra especie e incluso al dios que en ella dormita… Es decir, no bastándonos con lo que la historia tuvo a bien registrar, o mal registrar, o tergiversar, e incluso no registrar, pero que en líneas generales es de común conocimiento, hemos de atestiguarlo “en primera fila”, como quien dice: como quien asiste a una función de cine, un tanto más verídica, si se quiere… ‘No intervenir’ como única condición…
Así pudiéramos atestiguar cómo fueron reventados los miembros de Jesucristo en la Torre Antonia y cómo escarnecida su naturaleza divina por la soldadesca romana cuando fusilada a escupitajos u orinado su cuerpo flagelado o coronada con espinas su testa, todo según la rampante imaginación de J.J. Benítez, quien a propósito vendió muchos libros…
Oh, qué delicia ver el suplicio del emperador Cuauhtémoc “en vivo”, y el exquisito olor a barbacoa emanado de las chimeneas de Auschwitz veinticuatro siete, o cómo la piel de Hipatia fue arrancada a tiras con conchas dentadas por los parabolanos después de violada y públicamente humillada, o Juana de Arco consumiéndose en la hoguera aún con consciencia (nególe el verdugo el mazazo en la cabeza)… Qué inigualable espectáculo el ascenso del hongo atómico vaporizando a cientos de miles… Todos los premios óscares para el gran Leopoldo segundo de Bélgica, tal vez sólo amenazado por la casa real británica en su destacado rol en el subcontinente indio…

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Dos cosas son clara: para aproximarse a la “verdad histórica” no hace falta una “máquina del tiempo”, y para no intervenir las calamidades humanas no hace falta moverse del presente…

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Hoy por cierto, el Japón libera al Pacífico ciento de millones de toneladas con que enfrió los reactores nucleares de la central de Fukushima, pero eso curiosamente no destacó en la riada del “ahora”, de la “actualidad” con que al hombre de hoy se le alimenta como a ganso de granja industrial: porque “hay que estar bien informado”, se sabe… Lo de hoy fue un ecocidio que o bien no menoscabó el inherente interés con que otros sucesos pudiesen colmar la atención del hombre por lo cansinamente repetido (unos cientos de hectáreas más o menos de selva amazónica, ¡cómo iba a opacar a ‘La casa de los famosos’ o al candidato puntero en las encuestas, señor, cómo!), o acaso es que ya hallamos interiorizado sin apenas darnos cuenta lo superfluos que somos en el planeta, y que lo mejor que pudiera pasarle a éste en términos de salud es nuestra pronta extinción…
Hoy dan ganas de mandar todo a paseo: a la humanidad, al dios encarnado (sobre todo a su padre), al pasado, al presente, a todo… Hoy se antoja una guerra cruenta, apenas pergeñada en los Cantos de Maldoror… Hoy dan ganas de llorar y emborracharse o emborracharse y luego llorar, no importa el orden, porque no lo hay: es apenas una leyenda o un puto chiste… Hoy es un día de Death o Black Metal y vino y tafiles y mariguana… El mundo cambiará o no, In sha’Allah… Mañana acaso sea distinto… Bástele a cada uno su propio afán…. Hoy he venido a llorar, siguiendo en esto a Nietzsche (no por pantomima adolescente, ni siquiera por ser ídolo o modelo a seguir), la enfermedad metafísica que como especie nos asola y lastramos: hoy he venido a pedirle perdón a un caballo derrengado a golpes, aunque me vaya en ello la razón: hoy ha sido un día de cuchilladas a nuestro sustento, a nuestra madre y sus corales y su aterciopelada piel de plancton y su jardín de peces, y la humanidad sigue comiendo mierda y teniendo descendencia, y por eso lloro. Y sobre mi llanto lloro además, por no tener ni un hombro sobre quién llorarlo…
Hoy es como si alguien hubiera matado a puntapiés a un perro frente a mí, y yo no hubiera podido intervenir, y sólo veo los ojos del perro sucumbiendo al dolor mientras me miran suplicantes, y no puedo con esa puta imagen…

jueves, 24 de agosto de 2023

jueves dos cuarenta pe éme. Poema.

 

Sin verdadero “training” de faquir me arrojo sobre la cama de vidrios molidos, ayer en lo moral, hoy en lo estético, haciendo antes bien “angelitos”, importándome un pito cuánta sangre me vaya en el performance, buscándola de nuevo y más tarde en el fondo de las botellas de tinto… Seré siempre ese “eterno adolescente” en la yema del índice con que el mundo me apunta, nunca uno de sus frutos maduros, nunca un renglón proverbial (ni siquiera renglón, porque éste es recto, mientras que yo torcido, a menos que de mañana erecto cual pelo implacable sobre la testa cana de Dios para detonar su furia…)… Las madrugadas de insomnio me sorprenden despiertas ante mis ruidosas preguntas como uñas sobre pizarra sobre sí, en términos generales, seré hijo de mujer, y no más bien nacido de huevo; sobre si mi sangre tiene temperatura cálida y no acaso la frigidez de la del reptil; sobre si mi destino fue también como el de los hombres escrito en las estrellas y no trazado por el trémulo pulso del azar en el reverso del palimpsesto sideral… Así pues mis ojos de día siguen bogando sobre negras canoas y mi mente cuajada de telarañas cuando no pasto de quimeras e inmateriales criaturas oníricas: mala idea buscar mi áncora de salvación en los resoplidos metálicos de un Chet Baker o Miles Davis, peor aún en la selva castaña de entrepierna de mujer o en el caldo rojo de un johnnie walker de ínfulas originales aunque más bien pirata… Nada de esto tendría sentido desde luego si no fuera por cierto regustillo de mi propia razón para acuchillarse a sí misma, por ser escarpada ladera y alpinista en un rapel algo siniestro al que se entrega con fruición, qué hija de puta, que buena discípula de Zenón el eleata en eso de demostrar la irrealidad del movimiento a través de paradojas, de ser flecha despedida por el arco que en realidad nunca avanza, oh ábranme la puerta de este antro mierdero, sáquenme en tándem por ambos brazos, mándenme a todo el cuerpo de seguridad, y déjenme sólo y solo morir en el filo de la madrugada y la banqueta.  

sábado, 19 de agosto de 2023

poema

mezclé acetona y algo más;

el rojo trapo en que vertí

ahora es azul: ¡triunfé!,

supongo.

y todo sentimiento, ártico,

y antártico el deseo

en este día de fiebre

y deletereo

y fugitivo

y bastante pluvial.

Día de estío

como atacado de pena

y viruela,

y maldito

y hermoso como

salido

de cirujía plástica,

de la fragua de lucifer,

del pubis de la luna:

día glorioso como fruta despellejada

o animal dormido

o mujer sexualmente satisfecha;

día como torturado

signo de interrogación

sobre el potro de las preguntas;

día de nacar iridiscente

y letales drogas;
día cual hijo

desuputamadre,

desuperraputamadre,

y cual gelatina cuajado,

cual sopa de mentiras

y soporíferos.

Día que te contraes

por tu propio peso

bajo la soga enroscada a tu cuello:

rasposa como tus encías,

y tus nudillos

y dura como tu epidermis.

Día de mierda.

 

 


alba

 levántate un día

con la iracunda fuerza
del pelo rebelde
en la testa de dios;
palabras como palomas
pardas y huidizas,
gentes como vaticionios
amargos, gestos
como mala partitura,
sinfonía de idiotas,
de centro comercial y mendicato.
levántate y brilla
con el verde plutónico
del material radioactivo
y las traslúcidas alas
del arcángel mallamado "Muerte";
levántate al menos para escupir
los clavos de la lengua
y los náufragos bajo ella;
levántate, sol de estío
sobre tus hombros molidos
y tu cuerpo decapitado.

 soy el cabello que se levantas
sobre la testa acicalada de dios,

soy el hombre desnudo en la avenida
que recita texto prebíblicos e incandescentes;
soy la radiación y la materia pluvial
del antiguo testamento:
soy un amasijo de sueños coloridos y gritos
y esculturas hechas a puñetazos
y rojos poemas y jeans desgarrados
y pus y cocaína:
soy la noche que se desgrana y grita
bajo tus células como trauma
y decadencia. Soy el tatuaje
sobre el vientre de cristo.
Y la fuerza telúrica
como tacto de alcoholico.

 El destino de un poeta
-de ese imbécil maltrecho, cara de mapa
sobre la que batallas
y planes  militares, unas perdidas, otros 
chiste para el Dios, broma toda
y pornografía;

destino de poeta,
guerra de piojos
en donde las chiches detacan
por su valor de tigre,

destino de poeta
-del que rehuyó Esquilo y los demás trágicos
como el otrora operativo de burdel,
de laboratorio sociológico
e ingles doradas como el pescado del apstol
o la piruja desdentada,
los1 secretos amores del cristo redentor,
del incomprendido-
o épico brazo cargado de acero y odio y cocaína-,

oh destino de poeta
tan parecido a pandemia
y lepra  y biblica
maldición:
extraterrestre,
e hijo de la mugre y uñas y saliva;
blanco como la espuma
de las comisuras de Jehová
aniquilando su creación
cual hormigiuero;
oh destino de poeta

tan parecido a voluta
y ademán de viuda, de mujer maldita
y fatídica, de ala de cuervo en la plaza
que come cadáveres,
de mujer de negro e incandescentes piojos
cargados de veneo... A noche y gritos
súplica marcada,
padrenuestro del poeta atacado de alcohol y sombra

Ah, destino de poeta
como huella digital sangrienta
y revólver cargado
y biblia llena de oscuros presagios.
en el perfil de la inexistencia,
poeta malnacido, poeta como lluvia de radiación
y verde plutonio y anarquía.

Oh poetas y dioses y mujeres
y animales y piedras y la creación toda:
sois no otra cosa que costras y cadáveres y enfermedad
y sueño, os digo, sois nada
y el primario elemento, 
el bigbang y el desafío, el índice,
el Opositor y la rebeldía y el cabello que se levanta
sobre la testa acicalada de Dios.

ser el cabello que se levanta sobre la testa acicalada de Dios.
ser la vergüenza, el sonrojo, la flecha que se perdió en el camino, la oveja que en vez de balar grita.
Ser la antinomia y el "no obstante", la piedra en el zapato. ser, ser, ser. Y no otra cosa ni viento ni elemeto, sino ser a toda costa y despecho y contraria carta astral, ser. Oh buscador bastardo y mil veces bastardo de la Belleza en una esquina, en miniffalda, en labiel purpúreo y ceniza. y la piel levantada en la esquina
del pulgar.

moriran los poetas

 

Oh, estoy harto de los poetas del amor,
y de sus metáforas para caminar sin pierna
o brazo para la guerra

U ojo para otear horizontes:
querría matarlos, y ser cruel, y ser Saladino,
y ser cártel e hijo de puta,

querría salir y matar poetas,
y matarlos a todos y a todas
a lágrima viva

a fusil y canción barata
y anatemas, porque merecen eso y más:
mierdas, mierditas y mierdotas.             

Los poetas no tendrán lugar
en ese privado Paraíso
de Alzheimer y baba
y pastillas azules y pequeñas.

No habrá lugar para sus bártulos
e idioteces
y metáforas
y aserrín de Ideas: morirá,
morirá con el Decreto, morirá el poeta,
la poeta, el poeta minúsculo y débil.
Morirán.

y la humanidad sabrá de su desamparo.

martes, 8 de agosto de 2023

La Cuarta Esquina. Poema.

No en la esquina de la Vida,
no en la de la Muerte,
no en la del Infierno:
en la primera caí rendido,
en la siguiente, derrotado,
y en la última, bañado en sangre
y verde vómito:
en las tres me he revolcado
con fruición de cerdo epicureísta,
y no puedo más…
Queda aún la última esquina
de este Ring sin oponente
a que me vi forzado a subir.
Y acaso en esa esquina
encuentre la gramática para solipsistas,
la sintaxis de los locos,
las ortografías producto del ultraje,
el lenguaje propio;
la obra de arte para nonatos espectadores.
O tal vez un hatajo de prostitutas
o prostitutos
o prostitutes… Dios… Tal vez Dios
como a Ludvig en su cabaña de los fiordos
me espere con los guantes puestos
sobre sus puños previamente escayolados
que harán volar mi cráneo en astillas diminutas.
O sólo un poste generoso
en dónde recargarme y reposar
de mis tres anteriores “fraquéxitos”.
Nací para esa Cuarta Esquina.


Feligresía. Poema.

 

A los manantiales negros de mis venas
acuden hembras y varones
a saciarse en sus aguas
cuyo sabor es salado, como de Leteo kafkiano:
también retráctiles de asco y olvido éstas;
yertos e inconscientes sus cuerpos contusos,
sus anhelos subterráneos satisfechos,
sus cerebros como peonza, su voz petrificada,
liberadas las jaurías de sus hocicos licántropos,
el bajorelieve del dolor en sus jetas
prematuramente envejecidas
menos pronunciado…
Nada de esto es aposta
[entre los Accidentales
(por muy disolutos,
señalados, excomulgados
de todas las religiones)
no hay teleología que valga, no],
sino atracción pura, fiera fuerza,
inevitabilidad de imán,
jalando hacia sí la limadura del óxido
de la existencia: al paria, la puta, el maldito,
la viciosa, el fracasado, el lisiado,
a quien se atrevió a ser aullido en la época del silencio
y del ruido con cola y veneno de alacrán.
Aquí los apóstatas han hecho feligresía
por las leyes del Big Bang: porque sí,
¿y por qué no?


viernes, 4 de agosto de 2023

a D. y a V.

 un amigo a quien yo amo, vino a ponerme otra cicatriz sobre la ceja, otro golpe mortal, otra patada en el hígado.
un amigo a quien yo quiiero vino a ptesentarme a una mujer prohibida, la que era para él, a la que yo no puedo tener.
mi mejor amigo ha venido a presumirme, cual mariposa lúbrica, sus alas de colores.. mi mejor amigo únicamente ha venido a  aterririzar un puñal en la cagada que llevo en el pecho., a patear el estiercol, y la sangre, y la suciedad,...
Joder, nunca podré dormir de nuevo después de haber visto eso, qué guapos eran esos ojos morenos, esa mirada sedienta, ese aullido, joder.
espero que lo sepas, pedazo de pendejo, porque te la robaría, porque por ella, por ella, yo inauguraría un nuevo capítulo del antiguo testamento lleno de sangre.

jueves, 3 de agosto de 2023

 No te metas con un Poeta que lleve un cigarrillo encendido en la mano,
porque será el índice,
el dedo procurador
que te hará reescribir la biblia.
el Antiguo y Viejo Testamento
como retrsasado metal.

No te trevas.

poema¨. TODO FUE UN TEMBLOR GRADO NUEVE.

 Toda tú fue un temblor de grado nueve bajo mis carnes amodorradas; toda tú fue un impulso para este grito que se atreve a rasgar los velos de la Noche; toda tú es un improperio, blasfemia, materia poética, toda tú, sal de mi lágrima..

¿Por qué no puedo contenerte?

                   &&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&


no entiendo por qué mi carne hierve, necesito ayuda. hierve bajo mí, con sagre y artereias, oh. pero del espíritu, ¿querrá?

Dadme vuestra firma en página negra.

 Esta es la primera vez que escribo, con la página blanca, con la mirada de bala.
Hoy vine nada más a escribir; hoy es una madrugada rabiosa. Hoy no puedo ni quiero, pero hay mucha mierda bajo mis pies, mucho escombro, mucha rata cenicienta, y deseo que la noche, francotiradora al fin y al cabo, nos dispense con algo de sí: hoy, en el calendario hipócrita que cuelga en sus comedores, amigos, debería señalar el sacrificio. Hoy es un perro con el hocico cargado de maledicencia, de grosería y cosas impensadas, pero me deja posar mi mano en su cabeza , y les diré qué dice, a eso vine.
Al menos.

Yerma, exijo vuestra partida de nacimiento. ¿'Lo es, hijos de puta?
Black metal, oh sí, black metal,
Porque si no, no me interesa.
Cicatrices. Tajadas del Medio Oriente, de Centroamérica; violaciones en el Darién; golpes de estado; revueltas; la revolución en la selva...Deben oler. Soy burocracia y pájaro de alto ciprés y azul espuma: mi nombre es Libertad.

Baterán las alas de aquellos o aquellas que no teman naufraga en este cielo pintado de violeta o carmesí, según el sismo y los grados, según la temperatura y el rictus.

Habrán sido paridos en Si, Sol o Do; me vale Re, y también Mi, al igual que Fa y La: que el llanto haya sido sucedido por la música. Que en el onmbligo lleven la partitura; que su alma sea su tatuaje, el rock pesado su credo.

Que tengan la visa para el último círculo del Infierno de Dante, porque si no, no. Y para las calladas perversiones de la imaginaciíón de Roberto Ferri, si no, no.

Y que su historial crediticio se parezca a un globo inflado como el mío, porque no tengo en la vida mas que deudas., con banqueros, dealers e hijos de puta así: detentores de los bonos del espíritu, se dicen, como mis padres, como los sacerdotes, como esa peña marrana que se esconde tras diez ceros a la izquierda pero se presenta para cobrar un cheque inexistente.. Estoy hasta la madre de todo, y sólo busco el motivo para patear la mesa llena de botellas, ceniza y estupideces de este bar....No me provoque más; Señor,:te crucificaré de nuevo.

En esta página negra, que es la Noche, quiero vuestras firmas, sí; en esta Noche negra, como la sangre de la humanidad, palpitante y escurridiza, como la heroína y la historia, La Historia en mayúsculas, lo quiero todo.

miércoles, 2 de agosto de 2023

POEMA.

 cruje bajo nuestras plantas los huesos de la noche;
sus dientes amarillos y su mirada de perro:
sus puños  apretados y sedientos, 
sus labios caídos y contorsionados por la groseriía,

por la maldición apenas en pañales,
por la salva o fuego de nustros corazones
que fueron arrojados al horno de las estrellas,
así crujimos, amigos.

Por esas noches miserables como cobija sucia,
que nos acariciaron como ninfómana
o suicida virgen;

como el lamento apenas insinuado en la comisura de los labios derretidos
por el dolor, por la ignominia, por todos los clavos calientes del Redentor,
a veces así sufrimos: como... como... 
no hay paragón, no hay criatura ni astro ni grano de arena
ni ni madres que se compare
a nuestro cáustico sentir de bestia.

Orgasmo.,

 

Traigo mucha pinche metáfora y pelusa en los bolsillos del jeans, juro que es todo.

No grapas, no mariguana, no el chicharrón de las promesas que jamás pagaré, no caras calientes y arrugadas por tristeza, no manos que escarben en mi corazón.

Pero algo traigo...
Mucha chingadera cocinada bajo la lengua, muchos insectos vivos y ponzoñosos, mucha fiebre que el mundo no conoce y ni se imagina: traigo la pandemia bajo el brazo, así me parieron, y con ella estrangularé a la humanidad, a fin que sofoque como se debe. Con los ojos bien fijos en su asesino, como en un orgasmo.

martes, 1 de agosto de 2023

Esta noche es un francotirador, un crujir de dientes.

 esta Noche mana como la sangre de las muñecas de jesucrito,
esta noche rechina los dientes, y nos odia,

esta noche se parece a un animal escalpado y sucio, a una criatura que aulla,
esta noche es una rajada en las venas, una mártir, una santa:

sobre las rodillas de esta noche, amigos, se puede sentar el día subsecuente,
hipócrita, despejado y blanco...
Sobre su regazo, todo aquello que quiera autoridad para nacer...
se parecerá a una noche negra, amarga, y llena de cuervos:
en esta noche vestida de luto,
recibiremos el descargo del mañana blanco, con guante y bendición...

esta noche mana como veneno de cobra;
esta noche no discurre, sino se escurre en nosotros, con la fuerza del anatema...
Nos pinta las venas de violeta, nos voltea los ojos al revés,
nos hace hablar en idiomas ininteligibles
y nos erecta el pene...

esta noche suena a tarro tirado al suelo con furia,
y a mentada de madre. A carraspeo e improperio.

Esta noche es un francotirador.
 

 Sobreviviré a un mañana nuclear en que profetas y locos tropiecen; sobreviviré a un mañana pálido como la cara visible de la luna; sobreviviré a la enfermedad, la guerra y el hambre arropado en el calor exangüe del loco que grita , del vástago que se esfuerza, de la rama o del pelo que se riza;

sobreviviré a las mentiras ajenas y propias, a las denuncias a la policía, a los puños cerrados contra el pavimento, a los versículos bíblicos que prefijeron mi venida al mundo, llena de cuervos,
ahíta de notas como cerca de almabre de púa,
¡oh sí!, sobreviviré al mñana abierto como ostra, sangrante
y lleno de veneno, dispuesto a los labios del César!

poema

 ambién salí a la noche (me espereba fumando) despeinado;

con nuevo tatuaje (del sexo, nuvo nombre), y sangré mucho
porque debía darle de beber...
nací en el filo del tiempo y de la carne,
nací a mitad de una nube negra
y como rayo aterricé (toqué tierra, marchita
y maldecida: llena de flores de uranio
y pétalos mustios, pálidos)
Nací con el anatema a la Tierra,
de un Satnás ridiculo, ondeando la bandera que quién sabe que lucha social, alterado, y le pisé las cejas y el labiañpl.
Nací con el propósito de ser
launa bomba nuclear,
un nuevo sofisma ante la gente en hinojos
y con los genitales al aire;
nací con la oculta misió de decirle a la humanidad
despojada de sus roipa y carnes y afectos y vivicos y vitudes
que dios no la ama. Porque hablé con él, y borracho,
con mocos y sonidos raros y una cuentan pagada de antemano por los comensales
dijo que se arrepentía. Que ya no iba a mandar a más Juanes Bautistas, que sus lágrimas de Black Label bastaban
para lavarnos en torrentes de amargura y asco.
Y que si quería, reinventara el Napalm, y lo derramara
en el afluente más poderoso: parecía un oficinista mediocre.
Y por tanto no tengo más que contar.
Me iré a llenar las venas de blasfemia y alcohol barato, de nicotina, y mugres invisibles que flotan en el aire.

HOY. poema

 Hoy me siento "doctorado" para recitar mis versos más bajos, más crueles, más profundos,

al automobilista desesperado en el tráfico,
a la piruja más desalentada,
al mendigo de taza vacía,
al perro más hambriento,
Hoy recitaré mi poesía al viento, y a la carne de los árboles, temblorosa...
hoy diré mi verdadero nombre al universo, centelleante arriba...Hoy la Tierra temblará,
y querrá tragarme, (pero no podrá);
hoy se esconderán las ratas, la gente, y los pesares,
hoy no habrá mañana.. Hoy, "hoy" se verá en el espejo,
y se espantará de sí mismo,
porque todo es "hoy", huidizo, puto, muy puto...
"Hoy" correrá como ladrón apaleado,
bajo los mazos oscilantes
del mañana , del ayer, de lo que nunca será, de lo que nunca...
hoy no hay luna llena, porque yo lo digo; hoy no hay noche de terciopelo,
de encajes negros, de miradas de paloma,
hoy la noche no será: acaso un relámpago, un ojo cerrado;
una tibia presencia, una groseria entre muchos padres nuetros,
una mentolada reminiscencia... pero no será,
de no salir ahuyentada ,
liberada,
escurriéndose
como gato famélico,
de las palmas.
Hoy tal vez comprenda lo que sólo fue escrito para mí
en la biblia,
en los postes,
en los baños públicos;
hoy, esta noche, será el día
que descorche la champaña del sentido de esto:
y me emborrache y lo celebre
mientras me ducho desnudo con todos los versículos, con los salmos
y los sutras... hoy estrecharé la mano rugosa de Dios...

domingo, 16 de julio de 2023

Una pequeña historia.

 

Contaré de cierto territorio al cual únicamente se accede por vías no oficiales. Mucho menos normales. Ni siquiera por manipulación física, al estilo de las leyes transigidas en la ciencia ficción, como el “Caballo de Troya”. O en el mejor de los llamados “realismo fantásticos”: no hay Macondo, no hay Fantasia, no hay Comala, no hay nada que se le parezca al pedazo de región que “me esperaba”, y por lo cual estoy autorizado, obligado a dar cuenta. ¿Quién si no?
Porque recorrí en mi juventud lo que fue reservado a los hombres, y porque en aquel entonces, joven yo, el pasaporte podía esgrimir: mi país me amparaba, aunque no me extrañase demasiado. Y así fue como caminé por la España, Italia, Bélgica, Holanda, Alemania y etcétera, y todo eso fue bien, increíble, pero nada comparado con la vasta y exuberante vegetación y de gentes de un pequeño, pequeñito país al cual entras como en resbaladilla, pues no de otra forma: el truco es no esforzarse. Ni siquiera hay alguien custodiando sus fronteras.
Quién sabe cómo sea en los países vecinos del norte, donde los polos magnéticos deben jugar su parte para atraer riquezas y masas humanas, aunque dicen que duro es, y que hay quienes atraviesan desiertos, selvas, el Tapón del Darién, la Lacandona, esas inhospitalidades de arena que defienden al llamado “país de Dios”. Ha de valer la pena dejar todo atrás, sin duda. Yo no, yo después de mis correrías cuando aún mis piernas eran fuertes y pudieron llevarme y traerme a placer, hube de moverme lo mínimo indispensable.
Tal vez la vida, lo que los hombre y los libros sabios llaman así, sea para vivirse y no contarse; tal vez tú quien estas líneas recorres desees mejor vivir antes que escuchar a través de mí y mi presunción de un tal país, inseñalable en el mapa, de personas que ninguna etnología, de lenguas que ninguna lingüística, de costumbres que ninguna antropología… Aún estás a tiempo, si el tiempo te representa algo, lector desprevenido, de abrir tus redes sociales, pues aquí te lo haré perder.

                                                                                              66666666

Trinan fuera los pájaros, trina la madrugada entera, y mi cabeza trina con ambas.
Me desperté con esas ganas evangelistas de dejar todo por escrito, de pelear contra el olvido de los hombres y el polvo que todo sepulta, de brincar con la pértiga y marcar un nuevo récord: incluso el de la tontería más absoluta, ¡bravo! Al menos me levanté con ganas…
Hay veces que quisiera ser rico. Hay veces que quisiera ver al dinero desbordarse de mis bolsillos, al punto de darme asco en su caudal estrepitoso, pero sólo hospedan pelusa y una que otra mugre.
Me desperté con ganas de llorar mientras la mañana abre su persiana de fuego, y nada me ha importado, ni siquiera lo que llevo en el interior: perros muertos de hambre, la toma de la Bastilla o del Castillo de Chapultepec, el Covid 19, todo ha caído de un escopetazo, o de una fulminante premisa filosófica
No creo que ninguna de las máquinas habidas y por haber, llamadas “inteligentes”, se despierten alguna vez así. Así se estila en el país del cual provengo: el hombre provee. El significado. Que se hagan cargo los que saben.


                                                                                       666666666

De cualquier forma nada he dicho, y todo sigue en mi pecho, pero lo daré: con barbas crecidas, con cabello largo, con tatuajes y dientes cariados y uñas sucias, con un par de grapas , como en el argot se dice, lo daré todo.
Ingresar  al país que te digo, no fue fácil; ¿visa?; no.
¿Y si hubiera un territorio con sus leyes y sus gobierno y su religión y sus gentes que nada más te esperaran a ti, lector? ¿Estarías dispuesto?

                                                                              66666666

A dónde fui a parar, permanecerá en el misterio, y no pierdas , o que el “tiempo” no te pierda, seas lo que seas, lector, lectora.
Te contaré del país prometido, lo que viví y vi y vencí, ¿quieres?
Las avenidas son azules, los periféricos son rojos, los arrabales huelen a madres, las calles ¡vaya! Una mierda que ni a Jesucristo, en Getsemaní, se le hubiera ocurrido: ni en la jodida colina de la desesperación hubiera sido oteada: ni el Hijo de Dios…
Bueno…
Antes de moverme de México (¡qué bien se escucha!), me preocupé por
las drogas,
las drogas,
y las drogas.
Después fueron las mujeres.
Pero antes fueron las drogas.
Y ya.
Y en todos lados me pidieron pasaporte, y de todos lados me escaqueé, y en todos lados me la pelaron…
Menos al que se me reservó… El país que me esperaba era custodiado por un gato negro, con el que tropecé, por una hermosa prostituta a la entrada del templo, por un pío funcionario a las del congreso: las Leyes parecían pan recién cocinado, frescos vegetales verdes o rojos…
Debería ahorcar a alguien y sacarle la tinta de los ojos…
Debería machacar a martillazos las rodillas de esotro alguien…
Debería, en barra libre, beber la sangre de una vena abierta…
Y leer hasta agotarme la nota roja, la oculta crueldad que como señorita se oculta tras  tus rosas fachadas…
Finalmente bullimos todos, por dentro, como el Popocatépetl.
Ahora que…

                                                                              6666666666

No mames, todo empezó por un choque de meteoros, por un choque de vidas, de formas de verla, interpretarla y estar, no mames, todo empezó porque quiso, todo empezó porque así, y nadie pudo evitarlo. Todo empezó por una voluntad que no fue la mía, todo empezó así:

Le arrancamos una página al mañana
(y después que te cagaste)
chocó tu cabeza

llena de alimañas
 contra el techo de la Felicidad,
hicimos el amor sobre un tajo de basura,
quisimos cerrar la Noche, Tú y Yo…
quisimos y no pudimos…

Y entonces me vienes a decir que mejor me hubieran parido con la boca cocida, con los brazos fracturados, con piernas amputadas, y entonces tienes cara para tirarme otro dardo más venenoso, cuando todo fue como un tullido mañana…
¿De verdad nunca supiste que tipos como yo ya nacieron muertos, que salen del útero para ver morir el sol, nunca lo supiste, mujer ojete, mujer de hierro, mujer de amargura, mujer de la agitación de mi cuchara en el café? ¿Qué me queda al final, sino tus pestañas como abanicos espantando moscas y dioses por igual? ¿Qué me queda si no es la noche para aullarla hasta quedarme sin voz, qué me queda sino la tachonada negrura a la que ni rozo con mis poesías horrendas y tu cabellera prehistórica?¿Qué mi queda, si no es la Razón?¿Qué me queda bajo este día hipócrita con sus nubes y sol como barata ramera y su ceniza en párpados y su arrebol en la jeta dorada,  qué? No veo nada más…

La implosión que llevo dentro… Saldrá porque saldrá…


                                                                                              66666666666

Sabes a música que no fue, tú toda sabes a Música…. Eres la voz de los poetas muertos… Pero te hacen falta cuarenta mil vidas, cuerpos y mentes y almas, nada te cupiera para saber, pequeña.

                                                                                              666666666

La historia que se escribió, el país al que hube de llegar, nada te involucra. Llegué solo.
Fue así:
el avión me salió en diez mil dólares
me rapé, me corté las uñas,
peleé con mi perro y con mi hermana,
azoté puertas, fuí a donde los tatuajes, me tatué el rostro;:
me puse una blasfemia irrepetible,
amarilla,
canté canciones que nadie, nadie se atrevería,
e invoqué a satanás.
Se apareció apenado, como niño idiota, y le pregunté qué se le ofrecía.


 

Y le di un cacho de pan blando.

Después, marchando con su tridente y su cola entre las patas, como loco reí: y reí y reí.: se marchó con la cola entre las patas.
{Soñé a propósito que el Lenguaje no pertenecía al Pensamiento, y que el acto de pensar pertenecía al libre albedrío (el cual no existe, me lo dijo satanás), pero lo soñé]….
Y soñé… Te soñé…

                                                                66666666666666

Nadie cree que existo: nadie cree en mí, luego no existo.
Te escribo desde la No-existencia, te escribo desde la región que no hay, desde la nada: se parece tanto a Dios.
Fue bullir hasta evaporarme, fue arder a la manera de Quevedo, fue querer dejar de ser como llegué al país, región, pedacito de especio donde ahora me encuentro. Donde Nadie cree en mí.

                                                                              77777777777777

Hay razones para no inventarme la Muerte.
Hay miles.
Una: la Muerte no es. No es. No es. Y así seguiría, hasta el cien mil (no soy el primero en decirlo).
En fin. En mi país es lo siguiente...

 

 

 

 

lunes, 10 de julio de 2023

a last poem.

 

Mira cómo yace todo roto en el suelo
 y los años con sus meses y semanas
los suspiros por tus besos y los besos suspirados
las fotografías hechas pedazos que no tomamos
nuestras manos enlazadas nuestros cuerpos anegados
de nuestros mismos cuerpos…

Todo yace roto por el suelo
los días vividos los mañanas esperados
los hijos no nacidos los padres ofendidos
hecho polvo todo está todo está
siendo barrido siendo olvidado

Ya yo yazgo por el suelo tú acaso por el cielo
yaces flotas eres una en el regazo
de las nubes más protervas negras nubes
que en abrazo traicionero a la tierra
se derriten en jarabe deletéreo…
Mira como todo yace hecho pedazos…

Nada sube con el carro de Apolo
sino humo sino humo humo negro
negro ocaso negro ocaso con un fuego
que consume que corroe … que corroe…
como el odio…

Imposible escribir de amor: puto odio, es más fuerte. Debo de conformarme con el trago y los cigarrillos baratos, el jazz tirando a mediocre, y una bola de recuerdos negros y enredados como bola de estambre para mi pensamiento como gato inquieto.
Puto odio: ojalá nunca hubieras incubado en mí, pero te conocí, te amé, y comí de tu carne envenenada. Por eso ahora me pudro en vida, en muerte, y en un más allá que honestamente me espanta, del que quisiera ser expulsado, mas no lo consigo, haga lo que haga.

Estas rimas que suenan a cadenas oxidadas,
estas pausas que se parecen al silencio previo a la sentencia del infierno,
estas palabras que se tropiezan unas con otras,
estas metáforas atacadas de cáncer, yo te las dedico:
todo termina pareciéndose a ti, tu perfecto retrato, el hiperrealismo
con que mi mano furiosa delinea tu rostro de grimorio,
tu constelado cuerpo de caóticas estrellas,
tu vagina como hoyo de gusano, tu boca-cuásar,
y tu maldito nombre que encontraré
a cada vuelta de esquina. Y cada que en el ángulo mental
o urbano te encuentre, te diré con dulzura: chinga tu madre.

 

sábado, 24 de junio de 2023

LA AVENIDA DEL DESAMOR. (RELATO).

 

Hay quienes la conocen como la avenida del DES-Amor (sic), pues yendo en contraflujo de los coches pasas por la cantina, luego el juzgado, luego el hotel; dirección Viaducto haces camino contrario, te hotelas y te casas y te empedas. Gran diferencia.
                Hay quienes sin embargo obvian la ley del hombre (y la de dios). Así que se empedan y cogen, sin trámite. Excelso.
                Avenida Revolución se extiende a lo largo del poniente de la ciudad rumbo al sur, y así yace como mítica prostituta sobre fino terciopelo, y es desde su posición privilegiada que nos atrae con mirada lasciva y calor de útero.
                Trabajé un tiempo en la cantina, servía copas, y busqué insaciablemente a la muchacha ebria de Huerta en la dulce asfixia alcohólica de los rostros de las que cuchareaban más de la cuenta, ahogadas en mocos y lágrimas, cantando a todo pulmón las del Chente y José Alfredo ¡y claro!, del gran Javier Solís, cuyo busto fue aterrizado en la alameda de enfrente: “llanto ebrio, lágrimas de clavel, de tabernas enmohecidas/de la muchacha que se embriaga sin tedio ni pesadumbre”, buscaba yo en cada una sin encontrar nada, y envidiaba a los etílicamente evadidos de sí mientras lavaba vasos (los muy hijueputas me daban trabajo de dos pagándome lo de uno).
                Entraba el crudísimo cuarteto de norteños después de las seis, el vendedor de loterías sin boleto ganador, el bolero que ostentaba tres doctorados en la ciencia del albur, y de vez en cuando alguna piruja desalentada. De jueves a sábado aquello era carnestolendas, y no era raro abrir la puerta del sanitario y sorprender una felación, algún respetable magistrado esnifándose lo de la hipoteca, o simplemente el alma de alguien sobre un charco de verde vómito. Cualquier cosa podía ocurrir de jueves a sábado dentro de esos baños, como si tal axioma fuera la vacuna contra la capacidad de sorpresa.

                                                     %%%%%%%%%%%%%

 

“sus manos de agua caliente, césped, seda,
sus pensamientos tan parecidos a pájaros muertos,
sus torpes arrebatos de ternura,
su boca que sabía a taza mordida por dientes de borrachos,
su pecho suave como una mejilla con fiebre,
y sus brazos y piernas con tatuajes,
y su naciente tuberculosis,
y su dormido sexo de orquídea martirizada”, añoraba mi corazón atrofiado, mi mente intoxicada, mi voluntad drogadicta.
                Procuraba mandarles peñascos a las que se atrevían a pedirme una piedra, pues quería extraer de sus rostros mustios de resaca a la tierna histérica, a la mujer parecida a voluta de cigarro, al tatuaje de su eterno arquetipo que todos los que amamos a La Mujer llevamos en esotra epidermis más sustancial y delicada.
                Buscaba en esa cantina a mi Eterno Femenino.

                                                  %%%%%%%%%%%%%%%%

                Los meseros todos son unos putos chismosos y metiches, se sabe. Y yo por eso antes de ser cantinero mejor lavé los baños, declinando el puesto en favor de gentes sobrecualificadas con lo que ya dije.
                Un martes, día magnánimo con nosotros en su ‘nihil agere delectat’ (el placer de la huevonada), escuchaba la estridente risa del Fox (por vicente), el contrabajo de los norteños, y ahí se encaminó mi atención: se reía en la constreñida cara enrojecida de Pepe, el mesero más viejo y vanidoso de todos, a quien le habían espetado un “sutor, ne ultracrepidam” con su concomitante explicación: un redondo “te vale verga, Pepe”: pues éste era amigo de expresarle a quien se lo pidiese o no su opinión sobre tal y cual cosa, lo mismo sobre la mejor botana de la casa que sobre fisión nuclear o filosofía tomista, por tanto fue liberal y mano abierta cuando escucho de refilón que el zapatero de la esquina se había quedado sin empleo, sugiriéndole en su siguiente vuelta que podía hacerle la competencia a Chucho el bolero, pero acaso ello hubiese estado muy por debajo de la calidad del personaje en cuestión ( y dicho con cierta malicia por Pepe, como si de verdad lustrar zapato ajeno abyectara al hombre con toda su fuerza alegórica, mientras que por el brazo literal de la realidad no tiene reparos en ser puesto “de a cuatro”, cotidianamente), acaso fue la discreta cuanto inconsciente asistencia de las hijas de Mnemosine quienes le susurraron lo que Apeles le contestó al de su gremio, dechado de todos los zapateros. –“¡Te la metieron hasta el intestino grueso, Pepe, y ni cuenta te diste!”, le decía el alborozante Fox, cuyo parecido con el infame exmandatario, aunque sólo en el físico, era de titulares. Conque yo lo remato pidiéndole al Fox y a los otros tres aquelarrantes “el mono de alambre” dedicada a Pepe, y éste sonríe dejando ver entre dientes su orgullo macerado como palillo…

                                                 %%%%%%%%%%%%%

                Cierta vez le disputaba a la licuadora los restos de lagartija para la treinta y nueve (me salía de semidiós), cuando entró la que había estado buscando:
uno sesenta (se dice de las mujeres pequeñas estar así por proximidad al infierno),
ojiverde (el infierno del infierno)
apiñonada
malhablada
muy fresa
y más jijadelachingada: de ésas que nunca sabes lo mucho que una bagatela dicha al vuelo puede pisarles los callos, y te cagan a bofetadas en una sola frase, o incluso UNA palabra (insistiré en ello).
                Llegó lastrando el mal hábito de la prisa, cuando fue domingo el día que apareció. A la cantina. A la barra. Conmigo. A chupar. Y empedarse.
                Lo cierto es que quería desfogar ahí cierto desengaño que la traía –dijo-, “empinada”, y que yo libaría durante la liturgia lacrimosa que estaba a punto de oficiar –eso pensé yo-.
                “La muchacha ebria” –la llamaré en lo sucesivo- de tan insinceramente observarme mientras me afanaba con la bailarina por los restos de hielo semidesintegrado y por probablemente llegarle el olor a menta del licor – se sabe que a los filóposos nos gustan las cosas “con personalidad”: olor a thinner, vagina o petricor, verbigracia- , me pidió, aún con el teléfono en la oreja, una también: le dije “nel”, por decir algo chistosito, pero ella iba armada hasta los dientes de una mordacidad inusitada: “entonces chinga tu madre pero antes ponme un cuatrocientos conejos derecho”.
                ¿Qué hacía?
                Le dije que no había forma en que las máquinas nos superaran desde que el Hombre persiste, mientras que la máquina logra: en su surgimiento les va el acotamiento, y que sólo era nuestra vocación de esclavos y la adicción a lamer el fuste lo que generaba la apariencia de su superioridad, pero ella me zanjó con un “todos los honvres son putooooos”. Cerré el hocico, devolviendo mis pubertas filosofías de la tecnología a la camita de pelusa del bolsillo del jeans.             
                 Cortó la llamada fingida.

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                La dejé inerme de su reluctante misantropía echando mano del Monstruo de la naturaleza:

                 “Puto es el hombre que de putas fía”, etcétera.

                Me atribuí la autoría del genial soneto, y me espetó de nuevo otra mentada de madre (merecida).

                Le dije que había que “follar con las mentes”, y esta vez sí la vi con ganas de arrojarme las cuatro onzas de mezcal en la jeta (un cantinero mesurado a consecuencia de religiosa sobriedad es un mal oxímoron, algo que sólo un dios  canalla admitiría en un paraíso de supermercado ambientado con un quinteto de querubines con arpas), pero como estaba empecinada en una batalla interna contra su propia lucidez, prefirió arrojárselo dentro. Me preocupé sobremanera de que se extraviase junto con mis afrodisiacas posibilidades de hotelármela (una mujer yerta no me excita), pero pronto me lo disipó su báquica tolerancia y el ingenio que se afilaba más y mejor tras cada vaso: “in vinum veritas”, dijo tras eructarme en la cara.

                Al séptimo vaso es que se acuerda del “tipejo mierdero” y deja sus lagrimales a su libre albedrío.

                Al octavo pensaba irlo a buscar y rajarle el rostro con el vaso previamente estrellado; hube de detenerla invitándole el noveno a cuenta del miserable gallego que llevaba el tinglado; en el décimo me confesaba que hubiera deseado vivir en la Europa renacentista para hacer un trío con Rabelais (Hic bibitur) y César Borgia (“Aut Caesar aut nihil”), y decidí asimilar eso con unas ocho onzas de mezcal corrientísimo que me procuré furtivamente y con éxito.

                Me dijo que el onceavo lo invitaba ella en el cinco de enfrente, pero que me quedara absolutamente claro que si volvía a atribuirme falsamente un solo verso de Lope, Machado, Darío o incluso Neruda, iba a practicarme una autopsia asegurándose de mantenerme con vida todo el tiempo, además de romperme la madre antes.

                Le creí con auténtica fe, pero eso no la iba a librar de las cosechas de mi propia guadaña.



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                Chupaba de su Marlboro con el mismo encono y ganas que el enfermo terminal sus quimioterapias, y me decía lo que más le había gustado de mí:
mi tacto de hampón al servir copas (por los robitos furtivos para mí mismo)
el desvencijo sobre mis ropas y personalidad
la incipiente mugre en mis uñas recortadas con los dientes
lo viperino que lastraba bajo mis respuestas idiotas
algún atisbo de inteligencia tras mis pupilas macilentas
los chirriantes goznes que sacudían mi voz y denotaban la carencia regular de sexo
y mi ser cual general lamento.
                Se limpió el culo conmigo, pues.

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                Después de haberle rubricado las nalgas a mordidas, me enteré de su vida miserable, y el por qué lloraba como loca en la barra: sentí su dolor de caricatura cocinándose a fuego lento  en el caldo de los diez cuatrocientos conejos con que la había especiado: y a partir de ahí no dejé de pensar en su sexo de orquídea martirizada y sus senos copa b entre los que deseaba zozobrar: el timbre de su voz era como pleistocénico, como venido desde la invención del tiempo, y los gestos de sus manos auguraban las catástrofes de las Erinias, erizándome el vello de la espina; sus conjuntivas parecían a la superficie lunar, cicatrizadas por los meteoros de la vida, pero los írises esmeralda aullaban como memento vivere; su masa capilar después del sexo podía competir con Troya en manos aqueas, y sus pensamientos tras el telón de su cabello negro, eran en efecto como pájaros muertos, o cuando menos muy pedos, dejándose en errático vuelo el alma en algún parabrisas.
                No diré el nombre del hotel en que colisionamos, pero sí que estaba también sobre Avenida Revolución, y ésta como Naná lánguida y voluptuosa (con todo su carácter putativo y su relación con el putar, podar ramas, elegir, seleccionar, desbrozar: la Primera Mujer sublevándose al Hombre y al Dios que la creara, siendo dueña de su sexo y destino, aunque la historia posterior con la estúpida de Eva la hubieran infamado). Huelga decir que nada de lo anterior requirió la asistencia de un juez de lo civil y la argamasa social de la institución del matrimonio, en virtud de la cual yo tenía parroquianos verdaderamente asiduos en la barra, dispuestos a bajarse la amargura de la garganta con tequila centenario y deplorar con denuedo la maldita confusión  antivoltairiana que los había conducido al altar y al sacramento de hombres como cuervos: aves de mal augurio que encima exigían tributo pecuniario. A mí no acudía ningún pobrediablo sin corbata cual dogal o correa.  

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                Le chocó mi petrarquismo barato y mi sufrimiento de tocador.
Ignoraba por completo cuándo debía arroparse la expresión con el verso y por qué, pero detestaba que lo que se podía expresar mejor en prosa llana fuera hecho en “versitos”: epítome de la mediocridad y mendacidad de nuestra especie: “gentuzas a quienes habría de ahorcar con su mismo cordón umbilical”. “Ay güey”, pensé,  “qué duda cabe que estoy con una ministra de Dike Polypoinos”. Le dije, y sonrió con sevicia: “justo ese sentido sagrado de la Mesura es lo único que nos puede llevar a la Desmesura, a lo Inconmensurable”. Sonó oracular y aplastante. “Si el Sol rebasara sus límites no dejaría lugar a la Noche”. Fue el acabose, así que me introduje en ella con verdadero frenesí.
                La siguiente consideración postcoital a destacar rozó más bien la superficie de lo mundano, la cháchara de mercado: que si era casado. Le dije que no llevaba anillo; me dijo que no era extraño; le dije que no llevaba yugo, y eso pareció gustarle más: “bestias de carga que terminan mimetizándose mutuamente a fin de arrear al mismo paso. ¿Por qué renunciar a lo indómito que hay en uno?”, y no pude estar más de acuerdo. “Es un alivio saber que entonces, después de aquí, no me pedirás llevarte al registro civil”. “Jajajajajaa, ¡no pendejo! Pero podríamos hacerlo si quisiéramos llevar a un nivel más extremo nuestro deporte”. Mierda, me estaba sinceramente gustando esa mujer más y más, y a punto estuve de tomarle la palabra. Creía atroz la solemnidad con que se recubría la generación de la especie: un afeite superfluo que al Connatus algún cura idiota y ocioso y chaquetero le había colgado, cohesionado además por nuestra inherente aberración a permanecer solos en la vida, y esta filosofía pitoperezca me pareció la quintaesencia de la viña de esta muchacha ebria. Nos pusimos a bailar desnudos la Persiana Americana o algo así antes de volvernos a arrojar el uno en el otro.

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                ¿Puede cometerse acto más suicida que intentar extraer amor donde sólo sexo como gota de agua donde sólo ardiente arena? Su “llanto ebrio”, caliente y  en apariencia inmaculado no había al fin y al cabo sido derramado para mí, por mucho que mi “manopesada” lo impeliese a fuerza de reiterados mezcales… Ahora que recuerdo a esa “muchacha ebria” y su aura insuflada de testosterona y desprecio, creo sin embargo seguir amándola, y aunque por algún tiempo me afané tras su rastro de cantina en cantina (ya como cualquier roto parroquiano), pude únicamente hallar sus huellas apócrifas en esos otros rostros femeninos cargados de espirituosos y rictus de dolor, como “marca pirata”. Tal vez hubo vuelto con su “tipejo mierdero”, y acaso hubieron procreado algún pequeño estropicio de sí mismos poco después de unirse en sacrosanto matrimonio; quizá se descerrajó un tiro en el pecho o brinco desde un quinto piso. Qué sé yo.
                Su alado y huidizo sexo, en cuanto mí, hízome deponer todos los eternos con su oropel metafísico y quimeras cantinescas, y ahora sólo pateo botellas de plástico vacías mientras ahuyento coloridas mariposas transfiguradas en gordas moscas que me asechan la consciencia sobre la avenida del DesAmor.