viernes, 22 de septiembre de 2023

poema

 

Busco a la desparpajada, la del pelo y pensamiento libre siempre dispuesta a montar una escoba;
a la que el día le parezca una premonición nocturna, y la noche una piel tatuada
y mancillada con cigarrillos y de mensajes ocultos llena:
a la que le duela todo, y ría por nada;
a la que no llene solicitudes de trabajo, sino que la vida la desborde
como copa o tarro de cantina:
busco a la mariposa suelta de un cuadro de Chagal,
a la que no se parezca ni al otoño reverberante ni a la primavera moribunda,
a la que baile un baile que sólo sus pasos y brazos cual torbellinos
como signos de admiración o página pornográfica:

Busco a la pacheca, a la drogadicta, o quizá a la monja
que vea un falo tras la cruz y un cuadro en la hostia consagrada:
busco a la que desgrane un puño de lentejas buscando diamantes
y atrapasueños en la rueca:
a la que el trabajo le sepa a sal, y la sal a vida, y la vida a muerte,
a la lamida por el tren de la existencia cual suspiro,
a la piaf que me cante en los insomnios con sus maullidos
y su voz como puerta hambrienta de aceite:
a la mujer como puño o asteroide o nube negra,
a la ungida de maldiciones que esté dispuesta
a oficiar ante el momento: eternidad pequeñita.

Busco a la diabólica, la de párpados negros y corazón como carbón ardiendo,
a la que presuma sus arañazos como tatuajes, y sus ojos morados
como poemas bizantinos. A la de los dientes amarillos
por mor de maledicencias y sustancias y experiencia…
A la que a veces le apeste el hocico a sarcófago egipcio
o a separo de la Cuauhtémoc…
A la que se haya guardado bajo las uñas un cacho de historia
que prefiera callar…

Busco a la que abriendo los cajones encuentra fotografías rotas
y cachitos de crack o algo más bajo,
y que cierre tras de sí las puertas por los felinos hambrientos.
Busco a la que mojaría el índice en un cenicero
y administraría sobre sí el sacramento
y las demás frentes sudorosas; busco a la que se cague
mientras ríe en superfluo disimulo:
la que abre latas de pescado con los dientes
y bebe el contenido como Rioja;
busco a la que se parezca al sol por inevitable,
a la luna por la lujuria…

Busco a la que la piel  sepa
al musgo de la noche y a las canciones de Portishead
y al grito desesperado y callado, como la oscuridad
y el sueño; a la pitonisa del humo y el balbuceo
y la entrelínea: al poema sobre piel no escrito,
a esa, a esa… Busco al gemido esencial
y la raja del mundo: a la que es verde y azul
y llena de costras y covid y virtudes y perlas
iridiscentes y ojos como pecera…

Busco a la tóxica nivel Fukuyama, a la Eloísa partida en dos,
al fruto maduro, al pájaro desvelado,
al mineral brillante, al concepto hambriento de contenido,
busco.