domingo, 28 de mayo de 2023

Obra negra. (Microcuento).

 Volteó airada cuando con voz carrasposa y en vaho etílico le dijo que monearía con su kótex, pero poco le duró el enojo al ver la bestial musculatura que el chalán de masón había desarrollado a fuerza de arrear 200 costales de cemento y/o arena de 60 kg c/u al día:

esculpido era el término justo, y como corolario perfecto, la chicharra que sus labios sucios sujetaban, como afluente de perversidades: sus pantis D&G que dos buenas quincenas le habían costado, ahora se desteñían del negro en los cerritos de cemento blanco de la obra incipiente: no era poca la excitación que le producía saberse cogida por el Goliath de la pala y escuchada por los peatones, amén de reducir al don juan de ocasión hasta el semen, sangre, saliva, médula, lágrima, suspiro: era que entre las ingles sentía bullir un Popocatépetl hambriento, y dos pezones sempiternamente erectos al lengüetazo del vestido -tal lo sentía.
Así, lo sujetó por el paquete que el fanfarrón le esgrimía y lo llevó a las primeras cuatro paredes terminadas con techo, y ahí arrojó al pálido albañil, cuya osadía habíase en profundo terror tornado una vez veía por todo horizonte un pubis moreno y palpitante: lo recibió ya mojado en su rostro de canalla; el flujo vaginal hizo aparecer líneas perfiladas en su rostro empanizado; desayunó pedos y violentos arañazos en sus mejillas mancebas, y hasta una presunta bolita de excremento, que proviniendo de culo tan radiante a él le supo a ambrosía caída de la mesa de los olímpicos.
Ella por su parte disfrutó como nunca la viga de aquel salvaje, su sudor de mitología, sus manos de demiurgo: entre ellas se sintió como siendo rehecha, y así salió de la obra, con el paso arrogante de las criaturas que ven por primera vez la luz del día.
Sólo sucedió una vez, como impacto que proviniese del espacio infinito.

viernes, 5 de mayo de 2023

tristeza

 

La droga que te haga vivir la experiencia de 8000M de almas (poco más o menos el número total de los que somos en la Tierra), SIMULTÁNEAMENTE.

Todas las consciencias en un flash...

Y luego volver a esta miseria de Individuación...

La  tragedia metafísica de la Coatlicue, de Dionisios, y la multiplicación al cuasiinfinito del dolor y del inefable gozo...

La Novela, aún la mejor, sería cosa de párvulos...

Si provisionalmente sostenemos que el universo todo pudiera ser contenido en una cáscara de nuez, habríamos por analogía decir que todas las almas también en una. Lo único que haría entonces al caso es su demostrabilidad empírica: saber de lo humano hasta sus últimas consecuencias a costa de la monserga de la Individuación.
Añorar una experiencia imposible como único destino.

¿Quién después de todo no ha soñado sólo ser el sueño de un dios despedazado?

Maldita sed metafísica: acaso sea que por eso uno se emborrache sin cesar y luego caiga como idiota en las trampas del amor…

lunes, 1 de mayo de 2023

YO SOY HIJO DE SÁNCHEZ, I.

 

YO SOY HIJO DE SÁNCHEZ.

                                                                              I

Los malditos malpensados de toda la vida –timoratos de viejo cuño y pura cepa- dirán que fue precocidad lo que me ha llevado a levantarle las enaguas a Sofía, pero la verdad es que fui motivado por el más puritíto amor al conocimiento: que de cualquier forma no pude ver más allá de su concha peluda: de lo que encerraban sendos labios, mayores y menores, a guisa que bien preservado y sepulto quedó  a mi ojo curioso el Misterius Magnum que estos encerraban. El coito en lo sucesivo se me antojaría la falaz promesa del lisonjero tacto al ojo miope.
Tampoco es mi culpa si en un arrebato de insomnio llevo hasta sus últimas consecuencias las “metáforas de la tribu”: que si el filósofo en su perene estado de Thauma se parece al niño (¿cuál de todos? ¿el Cosmológico, el Soteriológico, el freudiano, el vilipendiado por Kant… ¡cuál!?), y lo que es peor, si ese Niño ontológicamente emparentado con el filósofo habría o no de ser merecedor de un día especial para él, como lo fue el de ayer, y como casi todo aquél que pasa por una facultad de filosofía cualquiera terminará encomiando a fuerza de rumiarse la misma historia que las vacas sagradas le regurgitaron por al menos cuatro años de carrera para obtener su licencia de pensador:  de Homo Sapiens quintaescenciado y aureolado.
Repugna en este estado de cosas reconocer que, en efecto, el trato con intelectuales va de la mano con la prostitución del espíritu: en su modo extremo haría de Wittgenstein un proxeneta. O en su modo falso, mejor dicho, haría de él una pinche caricatura (¿ya habrá también aprendido a reír ese Hombre-Límite, de sí mismo y de los problemas que aquí parecían tenerlo como subido todo el tiempo en el potro, allá en la austral boca abierta del Infinito?).
A todo esto nada sé no siendo filósofo, pues nunca obtuve licencia de tal y no me gusta usurparle malamente la función a quienes legítimo derecho a ella sí tienen; y de pensador pensador (dado que hasta donde sí sé o creo saber para ello aún no hace falta pedir permiso), pues tampoco, porque me figuro la labor como la que Rodin sacó de la piedra, y a mí la pose ésa nada más me sale en el wáter…
No hiperbóleo mi ignorancia. La prueba está en que apenas hace unos tres días, al cabo de creer por cuarenta y un años que mi padre había sido un tal buen señor que me heredó dos tercios de su propio nombre, acabo de descubrir a mi verdadero padre. Su nombre es Jesús Sánchez.
Así es: yo también soy hijo de Sánchez.
Un vástago ilegítimo más, nacido de su prolijo esperma diseminado en un fecundo maguer depauperado cuanto astroso ganado hembruno; robustamente criado con el calostro de la Cultura de la pobreza (en el mismo sentido antropológico de Lewis, para no tergiversar).
Lo diré una vez más: mi padre es, es, es, Jesús Sánchez. No hay yerro en el presente usado, si atendemos al frondoso árbol genealógico en que la Agnición nos coloca: pregúntese usted, que esto lee, si no es acaso mi hermano o tía o prima incluso cuando nuestras plantas jamás hayan tocado el mismo millón de kilómetros cuadrados de tierra y sus apellidos sean más bien de origen germano o chino; y si me reta puedo hacerlo más chocante, por no decir monstruoso: que su cónyuge, digamos, con quien ordinariamente comparte tálamo y fluidos, no fuera a su vez pariente de usted, y por tanto ambos, en sentido más literal que psíquico-simbólico, de los legendarios Edipo y Yocasta… ¿Cómo pues habría de estar muerto el tronco con copa tan exuberante, pletórica de vida? ¿Cómo iban a estar muertos Jesús Sánchez y sus hijos y los hijos de éstos y los de estos y los de éstos y… mientras mi existencia y la suya, caso de ya haber depuesto su anterior árbol más parecido a la obviedad del diagrama de instalación eléctrica, los confirman a su vez en la suya? No sino en virtud de cierto prejuicio moderno (prejuicio, se entiende, en su acepción más laxa y pedestre, extendida y aceptada: nunca filosófico-hermenéutica): la tan taimada cuanto denunciada “aporofobia”: taimada en quienes religiosamente la practican, denunciada por quienes aluzadamente la padecen. Pues sépase que en este país y en estos tiempos que corren uno es antes un “hijo de la chingada” que un “hijo de Sánchez”: tanto repelús nos causa la Pobreza y más aún sus pobres. Porque, sabido es, estos lo son porque quieren. ¿Y cómo, con qué cabrón derecho se reproducen? Y quien no tenga para darle lo necesario a los hijos, pues que no los tenga, óóóóóbvio. Y si ya los tuvo, tantito peor.
Mientras, nosotros, los inteligentes (no pendejos como los pobres, son pobres porque quieren), mejor volteamos para una arista menos sucia de la realidad: al Tik Toker que nos diga cómo hacernos ricos en una semana vendiendo depas, y otras audacias por el estilo…
A riesgo de cometer algo así como una “blasfemía filosófica”(cuya indulgencia habrame ser concedida ipso facto, puesto que he dicho que filósofo en stricto sensus no soy), diré que no sabría responder, visto lo visto, si es mejor sembrar campos de tomates o campos de concentración…
Otra cosa que sin duda “prostituye el espíritu” es el contacto continuo con la inherente pendejez humana, como no sean las inocuas obviedades de las que los filósofos hacen su negocio lícito, y nosotros los debrayadores, el clandestino… Pues hay, señoras y señores, de pendejadas a pendejadas: señoras pendejadas y señoritas pendejadas… Como quien dijese, a modo de los que piensan ( ?) que para acabar con la Pobreza hay que acabar con sus pobres, que para acabar con la pendejez hay que acabar con los Pendejos… A mí, antes que al resto, nos lleva la chingada: bienvenida, Sexta extinción… Y pues no…
Acaso reclame con tanto ahínco la filiación a Sánchez debido al oscuro anhelo de culminar un a posteriori Parricidio: no habría algo así como “elemento trágico”, pues. O acaso como Manuel, su primogénito, no me atreva una vez frente a él, ni a mirarlo a los ojos, y las palabras nada más se me agolpen en el gañote como el tráfico en Circuito durante horas pico…
Y es que lo que me impele en parte es que aquéllo que Erasmo elogió irónicamente, nuestro siglo se empeña, al parecer más que nunca, en coronarlo literal, y además imponerlo como norma de vida general y comprensión del mundo universal… ¿Estamos seguros que se ha dicho todo en materia filosófico-económica? ¿Riqueza y Pobreza son lo que son, así sin más? ¿Ni siquiera habiéndose vuelto el mundo un espacio tan opresivo hará que al menos rescatemos la vieja idea de la Práxis, y su necesidad? Y el filósofo, ¿se mueve, o no se mueve? ¿sigue “vivo”? ¿vegeta? ¿Y por qué todos esos guías espirituales del pasado, esos filósofos enigmáticos cuya sabiduría pudo ser condensada e inmortalizada en un gesto y hacia donde el ojo derecho del hombre de hoy voltea cuando no es vigilado por el izquierdo, representan en suma un antivalor en esta atmósfera sofocante, mas óóóóóóbvia?
Hube por acaso encontrarme nuevamente al niño que llevo dentro por estas calendas, específicamente el ‘Día del Niño’, a través de la obra más conocida de Oscar Lewis, pero que yo felizmente recién descubría…
Supe que soy de la prole de Sánchez. Yo ignoraba a quién le debía mi paternidad (puesto que “nadie se baña dos veces en el mismo río”, óóóbvio).

CONTINUARÁ…