No en
la esquina de la Vida,
no en la de la Muerte,
no en la del Infierno:
en la primera caí rendido,
en la siguiente, derrotado,
y en la última, bañado en sangre
y verde vómito:
en las tres me he revolcado
con fruición de cerdo epicureísta,
y no puedo más…
Queda aún la última esquina
de este Ring sin oponente
a que me vi forzado a subir.
Y acaso en esa esquina
encuentre la gramática para solipsistas,
la sintaxis de los locos,
las ortografías producto del ultraje,
el lenguaje propio;
la obra de arte para nonatos espectadores.
O tal vez un hatajo de prostitutas
o prostitutos
o prostitutes… Dios… Tal vez Dios
como a Ludvig en su cabaña de los fiordos
me espere con los guantes puestos
sobre sus puños previamente escayolados
que harán volar mi cráneo en astillas diminutas.
O sólo un poste generoso
en dónde recargarme y reposar
de mis tres anteriores “fraquéxitos”.
Nací para esa Cuarta Esquina.
¿Por qué ser un filósofo frustrado (un Sócrates luchando contra sus inclinaciones poéticas) cuando se puede ser algo más grande, como un poeta frustrado? ¿Que "la fe mueve montañas"? ¡Bah! La falta de fe mueve hombres... Y los transforma en héroes... Y esa condición los hace superar en estatura y masa a las montañas... No hay acto más libre que el de Pensar. No ha nacido ejército en la Tierra capaz de subyugarlo. Pienso, luego soy libre.
martes, 8 de agosto de 2023
La Cuarta Esquina. Poema.
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