Llego a casa, y como llego, lo que necesito es una taza de café, más que alimento, pues éste no ha escaseado durante la jornada, que aunque ardua y un tanto desalentadora, tampoco extenuante: no al grado de impedir aplicarme al teclado y a las ideas que sólo esta mañana ostentaban cohesión y fuerza granítica, y que ahora apenas han variado en cuanto a forma... Pues tampoco lo que hoy he atestiguado, como muchos, cientos o miles de otros, cambió respecto a la jornada de ayer: un pueblo volcado sobre sí mismo; hombres y mujeres ávidos de ayudar a los que la tragedia del pasado diecinueve ha hecho sus semejantes; incluso sobre sí mismos su diligencia se hace pródiga: ora en forma de alimentos, agua, una palabra de aliento, o generalizadas albricias por la labor conseguida a través de la "cadena humana". Los restauranteros hacen gala de una cortesía sin límites para cualquiera que requiera su baño, normalmente reservado "para uso exclusivo de clientes", o fungen como punto de distribución de viandas, otorgándolas a espuertas; lo mismo sucede con otros pequeños negocios aledaños a los puntos mayormente afectados, donde se concentra el grueso del voluntariado civil; el transporte público no ha ido a la zaga, dando paso franco; motociclistas "a todo galope" transportando a actores clave; autos yendo y viniendo, atestados de insumos de toda clase; gente siempre dispuesta a descargarlos, y a acarrear lo que se necesite, donde se necesite: jóvenes sobre todo, pero también adultos sobre la treintena (como yo mismo), la cuarentena, cincuentena, y más; de "castas", estratos, niveles educativos y procedencias harto heterogéneas: en cantidad tal como sólo esta gran ciudad puede albergar en su seno... Pues dicen "los que saben" -peyorativamente- que lo de "chilango", en sentido estricto, debiera únicamente aplicarse a los que vienen "de fuera"; ¡y vaya que aquí hay gente de fuera... pero que de muy fuera! Y sea ésta, quizás, una de las diferencias con los estados del sureste golpeados por aquel otro sismo de principios de mes: la composición eminentemente heterogénea de la población... Esa misma heterogeneidad , que en nuestra cotidianidad se hace patente para acentuar lo peor de nuestros vicios sociales, bien en términos de clasismo, racismo, ginofobia, homofobia y demás, hoy se impone en estado tal que empuja a su contraparte, la virtud, manifiesta en valores de solidaridad, camaradería, dadivosidad, generosidad... Allí donde topamos con el hedor a muerte, los cúmulos de cascajo otrora edificios, el polvo, la sangre y destrucción a mansalva, parece avanzar una sociedad altamente moralizada abriéndose paso, como impelidos por esta misma calamidad y arropada por un tácito acuerdo de unión y hermandad... Creo no ser el único que lo percibe así; y que si bien lo anterior puede rebosar de cursilería para el gusto de muchos, tampoco negarán lo metacotidiano, lo extraordinario y prodigioso de la circunstancia... Para esta sociedad, mi palabra es balbuceo y mi pluma más bien torpe para expresar en justos términos su valía: a su pesar se convirtió, en áureo momento, en un dechado de virtudes que a poco de intentarlo fracaso para encomiarlas como debería... Nada ni nadie ha catalizado tanto la moral de este pueblo como la reciente tragedia (ni siquiera "la selección", o el odio que suscitan ciertos personajes arlequinescos de la escena política), al punto de cohesionarnos del modo referido... Los descreídos, decepcionados de este país, como yo, nos hemos ido "de manos y hocico" sobre una "realidad" que apenas recordamos, como sucedió también hace 32 años, en ese otro funesto diecinueve de septiembre, cuando el pueblo entero sacó lo mejor de sí en ayuda de sus compatriotas, en ayuda de sí mismos, bajo la sombra de un poder que se extendería hasta nuestros días, con otro nombre y apellido, sí, pero que no cambiaría en esencia...
El "claro" arriba expuesto no estaría completo sin su "oscuro". Lejos de mí el querer simplificar una realidad social apelando a tesis maniqueas, en donde ésta se debatiría entre el bien y el mal, los buenos y malos (aquello de "los buenos somos más" me recontracaga, más por simplificante que por ramplón), y sin embargo, quienes hayan leído mis anteriores artículos, sabrán que estos tienden al exceso de exposición, análisis y a veces referencias; y que también -recurriendo esta vez a la "lex parsimoniae" de la metodología de Ockham- una verdad tan consabida no requiere barrocas añadiduras, borlas y golas, por así decirlo (o bien, "lo que es derecho, no es chipotudo", según se estila en nuestro folcklore más colorido): de modo que usar denuestos tales como "hijos de la grandísima puta", "malnacidos", "culer@s", "rapaces mierder@s" y demás para connotar y denotar a los integrantes de una casta que se agarra "con uñas y dientes" a su obscena asignación cuantificada en miles de millones proveniente del erario amparándose en leyes promovidas por sí mismos a fin de hambrearnos el voto el año que viene mediante la indiscriminada promoción de sus jetas de imbéciles y política licuadas en sloganes de comercial de comida chatarra hasta en el último centímetro cuadrado de espacio público y que nunca pero nunca será fiscalizada pasada la elección (de allí que no haya "perdedores", sino nuevos multimillonarios), EN VEZ DE DEVOLVERLA A LAS ARCAS DE UN PUEBLO AL QUE CONSTITUCIONALMENTE SE DEBEN y que atraviesa por algo más calamitoso que el hecho de tenerlos por "representantes" (en minúsculas), me conduce a mí, amable lector, a la siguiente pseudotesis:
Aquél que diga, que siga sosteniendo que "el pueblo tiene el gobierno que se merece", merece, más bien de mi parte, un soberbio puñetazo en la jeta, o cuando menos un espeso escupitajo, siendo que más bien, por todo lo anteriormente expuesto, QUE ESTOS PARÁSITOS DESMERECEN GOBERNAR SOBRE EL NOBLE PUEBLO MEXICANO.
Dije pseudotesis, porque más parezco atacar al cliché enraizado en nuestro imaginario, que fue desmoronado no por mis habilidades intelectuales, sino por lo que usted y miles como usted y yo hicimos y seguimos haciendo al margen de estos verdaderos HIJOS DE LAS MIL PUTAS...
Aquí alguien podrá objetarme que no es momento de "politizar" la tragedia. Yo le contesto de dos formas: primero, que quien esto torpemente traza, es un ciudadano de a pie, no afiliado a partido alguno; segundo, que se vale tenerle aversión a la política cuando esta se agota en las sucias manos de sus "profesionales": sus anayas, ochoas, barrales, manceras, peñas y demás (quienes saben muy bien cómo "comer mierda sin hacer gestos"), pero que esta aversión no hay que confundirla con indiferencia, cuando en ello nos va nuestra reconstrucción material y moral como sociedad... También se me dirá que "no es momento de odios", a lo cual sí no tendré nada que objetar: los odio con un reconcentrado encono a casi todos por igual... ¿Razones? No creo tener unas exclusivas o mejores que otros, aunque tampoco carecezco de ellas... Que cada quien saque cuentas...
Y hablando de cuentas, ¡cuán poco contribuye la plutocracia, la pequeña élite de familias más acaudalas con nombre y apellidos bien identificables a paliar la situación! ¡casi tanto como a darnos noche y día la tabarra y papilla a través de sus voraces empresas de que "el mexicano es solidario", que "hay que contribuir", ser "generoso" y tal, como si no fueramos y pudiéramos ser todo eso y más sino en virtud de su cansina doble moral! ¡porque yo no he visto a los bailleres, larreas, azcárragas, slims, salinas, vazquezrañas o las aramburuzábalas de este país sino para lo referido y tirar migajas! ¡qué poca madre! Porque cuando se habla de los oportunistas, de los que sacan provecho y hacen rapiña, se habla de pillos de poca monta, pero no de estos otros que se han llenado las manos a fuerza de la política económica de corte neoliberal y que no obstante se han dispensado los títulos más honrosos en contubernio con las casta política (asociación delictuosa); política que ha ensanchado la brecha entre ricos y pobres a grado superlativo, inimaginable hasta antes de lópez portillo, tan lesiva como superflua, a pesar de que noche y día insistan en que ÉSA y no otra es la senda del "progreso"... Que ÉSO es "mover a México"... Su avaricia y codicia establece un diferendo entre mexicanos de primera y segunda: los que traducidos en su doble moral terminan siendo idiotas por "solidarios" y ellos mismos, dueños de esa moral y poseedores de sendos vicios...
Y como un reconcentrado grado de encono también desmoraliza, y eso es justamente lo último que desearía para una sociedad cuya moralización se ha ganado a pulso y virtud (y por la cual siento ya tanta admiración como sincero afecto), yo esto lo termino con unos cuantos desafíos... ¿Qué nos hace falta para que prime la atmósfera de camaradería (o hermandad) que nos ha traído la tragedia? ¿No será más bien esto parte de nuestra propia reconstrucción como sociedad, más allá de la material? ¿No nos enseña esto la justa dimensión de las cosas: de quiénes dependemos y hacia quiénes nos debemos? ¿Cómo vamos a establecer agenda política? ¿Cómo sacudirnos las rémoras de tres siglas que lo impiden a toda costa? ¿Hacia dónde queremos ir después de todo esto? Porque yo allá afuera me he topado con gente empoderada, y que sin embargo no ostenta el poder político o la opulencia de todo un país... Si ustedes sí se los ha topado, y se los vuelven a topar, no olviden mentarles su madre de mi parte...
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