Nunca creí en los Absolutos,
hasta descubrir mi polo negativo:
encrucijadas,
cráteres,
esfinges al final del camino...
Hielo, ¡mucho hielo!
y hambre
y huellas
y nada más...
Y sólo el cielo boreal
-iridiscente manto
planetario,
¡atavío del cielo!-
pudo aguijonear
mi ambición de Vida.
Ir a la septemtrionalidad
de la existencia:
al agujero fío,
que quema
que invade los circuitos
donde habremos de ser
pasto polar.
hermoso con tintes rimbaudianos
ResponderEliminar¡Gracias!
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