Fachas, nueve
de mayo, dos mil veintiuno,
historia de una adopción,
o de una “redención”.
Querría hacer esta pequeña historia sin la plaga de las referencias, sin las
citas eruditas, libre de polvo y paja, como quien dice… Pero me es difícil no
citar la enfermedad metafísica, la enfermedad cultural que nos corroe, que por
el desagüe de la “civilización” deja escuchar su “guruguru” tan constante, tan
acuciante… Querría no apelar al Génesis, a Descartes, a Dostoyevsky o a
Niestzsche, e incluso a muchos otros, encargados que fueron de ser como faros
en medio de la tempestad, de esta “humanidad” podrida (yo incluyéndome)… Lo
haré al final de cualquier manera: porque este escrito no se trata de lo que sé
o no (que es casi todo); tampoco de moralizar (qué hueva, que cada uno se haga
cargo), ¿o de reformar a esta sociedad
de pacotilla, de mentiras e inmundicia? Porque lo es, aunque aparente (cual su
natura) lo contrario…
Esto va sobre el rescate animal; va sobre cierta experiencia colectiva: cierto
logro, cierta forma solidaria y apolítica en donde las cosas se logran en
comunidad, en donde es “sí o sí”, con un par de huevos…
Esto va sobre mis vecin@s y yo, pero sobre todo, del “Fachas”…
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Vas caminando y casi todo te es indiferente: los postes, semáforos, pandemia, restaurantes
con comensales, el día con su sol y el sol con su “rotación” con sus áureos
gestos de malcogidada y sus prisas que se
expresa en sudorosas jetas, en sobacos al aire y gente que le vale un p*to lo que sucede, y
está bien, pero te vienen a la parada del camión a olfatear el dorso de la
mano, primero con timidez, luego con algo de certeza… ¿Y qué haces? ¿Lo pateas,
lo ahuyentas, igual que todos? No puedes… Te pide algo, muy a su manera…Tal vez
agua… Y todos vamos podridos por lo que
fuera; y nadie quiere saber de nada, y menos de un pinche perro “de la calle”…
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Así que Él, el despreciado de la sociedad y de la puta vida, “se va por ahí”,
relegando tras sus pasos y también con sus pulgas y hedor lo que nos toca como “humanidad”; se sacude el
polvo como puede (porque ya no); se rasca antes de atravesarse la avenida, y
quizás añore un coche que a velocidad de Schumacher le pase encima y todo se
acabe, pero se la juega, con todo… Sólo para llegar a otro vecindario más, a
otra colonia, porque allí hay otra perra en celo, aún cuando de semen y médula
tenga menos que fuerzas para caminar; que escupido, injuriado y aderezado de
patadas haya vivido doce o catorce años… Pero allí va, rengueando y sin
precaución, porque la vida ya poco le importa, porque al fin y al cabo, lleva
doce o catorce años haciéndolo (¿llevará la cuenta?)…
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Mientras que tú, o tú, o tú, o yo (bueno, yo no, porque trabajo en casa y por
eso escribo esto), vamos corriendo porque si no, nos descuentan el vale de la
puntualidad, ¿y un pinche perro qué? ¿una mierda “moviente” antes que
“sintiente” que se te acerca a ver si le das agua, aun cuando te lo comunique
con lo único que puede: los ojos vidriosos y la lengua colgando y la cola
normalmente entre las nalgas medio agitándose? ¿de verdad hay que pasar de
largo? ¿De verdad somos tan “sentimentales”, tan “sentimentaloides”? ¿De verdad
la Compasión –María Zambrano, Schopenhauer y más- nos es ya cosa tan
desconocida?
Lo veo, y me querría hablar –tal vez, o mejor, seguramente, para mentarme mi
madre- pero no puede: se remite a sacarme la lengua seca, a infructuosamente
sacarse las lagañas con las patas, pero no a aullar como yo con mi patético
sentimiento que él me inspira… Y se atraviesa el arroyo vehicular, y algunos se
pararán otros “normalmente” no… Pero Fachas, como le puse, como otros y yo le
pusimos, se la rifará, y la mayoría de automovilistas le cederán el paso
cansado y puteado y arrastrado de esta pinche vida, y así sucio y escupido
llegará a las calles de colonia Observatorio…
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Fachas ronca ahora mismo, porque no lo ha hecho en años: dormir en la calle es,
como bien sabe, una mierda… Fachas ahora mismo sueña, tal vez, con el
genocidio, con la “solución final”, con “gasear” al género humano y que deje de
una jodida vez de putear al Paraíso, porque los nombres ya fueron: perro es
perro, planta es planta, estrella es estrella, musgo es musgo, pero el Cuidado
de tal Jardín no fue dicho, y Fachas sigue, como todas las bellas criaturas de
la Tierra, esperando (¿qué más hará un animalito), esperando, a ver cuándo “el
hecho a su imagen y semejanza”, se hará cargo, mientras ve su celular y se
espanta del ecocidio que ya nos deja sentir el ahlito en la nuca…
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¿Por qué Nietzsche, el filósofo más lúcido y brillante después de Platón (desde
mi particular punto de vista), abrazó poco antes de su “locura” al caballo, y
con lágrimas le pidió perdón?
Fue en el siglo diecinueve, como se sabe; fue en un siglo europeo muy
restringido con las costumbres, al punto que se le vio como un “loco”
Ahora no nos lo parece, a menos que veamos, que querramos ver la escena
completa:
La metafísica precedente, a partir de René Descartes, dudó de todo aquello que
no era “certeza”, y de allí el famoso silogismo de “si dudo es porque pienso, y
si pienso es porque existo”, fundando un nuevo horizonte de pensamiento al
establecer el gran “YO” cultural, y la división “SULETO-OBJETO” todo ello en
detrimento de los demás, puesto que si podemos epistémicamente dudar si el
barrendero es o no es un uniforme con escoba pero sin nada dentro (leer
“Meditaciones metafísicas”, una, una, de las grandes obras de Descartes),
también perfectamente podemos dudar de si el perro o gato o caballo sienten
placer o dolor… Y Creo que ni Protágoras fue tan lejos en la Grecia ilustrada,
con aquello de que “el Hombre es la medida de las cosas, de las que son en
cuanto son y de las que no en cuanto no”… Creo que la Ciencia es estúpida, al
declarar hace poco a los animales como “seres sintientes”… Creo a veces que la
Ciencia, con mayúsculas, es una pendejada: parece querer ocupar el lugar
judeocristriano que previamente defenestró, es decir, el de la Fe… Pero ya estoy
proponiendo un berenjenal…
A Fachas como a muchos animalitos y a la Naturaleza se les ha puteado por mor
de la lógica enferma de la Cultura y el Capitalismo, y ya lo dije…. No sé si lo
podré explicar con suficiencia, sólo sé que éste no es el lugar ni el momento….
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Fachas es un perrito, una criatura sin Creador quizás, que vive en nuestra
urbes como muchos, al techo del desamparo, y es nuestra puta OBLIGACIÓN
solucionarlo.
El débil debe ser protegido, y eso no lo va hacer ningún culero político; eso
lo tenemos que hacer como “sociedad” si es que lo somos…
El género humano no es el “amo y señor de la Tierra”…
Se nos prestó, y no hemos sabido cómo llevarlo a cabo…
Es por eso que un Perro deviene en símbolo: del cuidado, del Amor y atención a
que hemos venido… no les debemos ningún favor: Ellos nos hacen del favor de
recordar quiénes somos, vecinos, amigos, y hermanos… Son ellos quienes están
aquí para medirnos nuestro grado de mierdés o de bondad… Ya basta de hacernos
pendejos…
Fachas es como muchos de la sociedad: un marginado, un “outsider” (bueno, eso
es más “humano”…)…
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Nuestra culera enfermedad metafísica se resume en esto: “lo que no soy yo es
objeto”…. Vaya logro intelectual, cultural, civilizatorio : constatar que “Ellos”
son seres “sintientes”… ¿de verdad hay alguien que crea en tamaña pendejada?
Despertemos al filósofo del “pesimismo””, que fue Schopenhauer, Arthur
Schopenhauer, como si dijéramos Séneca, para que nos vomite encima… Cuando él
en siglo diecinueve ya decía que el animal era inteligente… Rompió desde sus
costuras a nuestro ridículo concepto de ser “únicos, hechos a imagen y
semejanza”…
Y aún diría más, mucho más…
Sólo estoy furioso, emputado, por el maltrato animal y lo que sigue de ello:
por todo aquello por lo que de momento no puedo pelear…
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¿Por qué Nietzsche lloró ante el caballo? No sé… Mucha literatura al respecto,
amable lector; a mí sólo me atañe el fachas…
Lloremos, sí, por los que dependen de nosotros, pero no es suficiente…
“Hagamos”, pues, “hagamos”…. Y no sigamos preguntándonos, o esperando a algún
imbécil del partido, “¿qué hay que hacer?”… ¿Qué hueva?...
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Lo más importante: rescatar a Fachas no fue una labor solitaria, sino de vecinos generosos y empáticos: yo solo jamás hubiera podido...
Ha sido una labor comunitaria para ayudar al más débil: quienes están privados del lenguaje humano: ¡pero humanas los habemos!
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