Palabras indelebles a la hora de tocarte,
con cercenadas yemas,
con lamentos que de todos lados llegan…
Palabras que antes de salir de mi
arrancan el hígado de cuajo;
palabras rojas,
de rostro rojo,
como niño goloso que no usa cubiertos…
Palabras como copas hechas añicos
o mojado combustible, que nunca verá la chispa,
el parto,
la luz…
Palabras espantosísimas que si fueran proferidas
cogerían por la yugular a la Verdad
en vampírico placer;
palabras parecidas a la mano del Crimen,
a la aspereza de la soga del ejecutado;
palabras que como ceremonia abren las puertas
del Templo,
que sujetan tanto más las rodillas al suelo
cuanto la mirada al Cielo.
Palabras que se las lleva el viento…
con cercenadas yemas,
con lamentos que de todos lados llegan…
Palabras que antes de salir de mi
arrancan el hígado de cuajo;
palabras rojas,
de rostro rojo,
como niño goloso que no usa cubiertos…
Palabras como copas hechas añicos
o mojado combustible, que nunca verá la chispa,
el parto,
la luz…
Palabras espantosísimas que si fueran proferidas
cogerían por la yugular a la Verdad
en vampírico placer;
palabras parecidas a la mano del Crimen,
a la aspereza de la soga del ejecutado;
palabras que como ceremonia abren las puertas
del Templo,
que sujetan tanto más las rodillas al suelo
cuanto la mirada al Cielo.
Palabras que se las lleva el viento…
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