domingo, 8 de septiembre de 2019

                                                                                                                  A Vania. Con Amor.

Suicidio.

Escuecen las heridas de la lucha: una, que empezó treinta años antes en el albor apenas de mi primera infancia que conjugada con un temperamento osado y ávido en saber dieron origen a éste que rema con su nombre, atisbo de la Nada tan próximo a ser barrido por el hálito del Universo y secuestrado por su ADN tan semejante al del Perro; a este abanico de calamidades, digo, que nada sabe ni cree y cuyo epitafio ha escrito por adelantado en dentellados versitos y otros estambres de británica hechura, o sea, texto;
al paria entre filósofos y maldito entre poetas:
santos de cera derretidos
en el umbral de su esencia
y llevados al histrionismo
producto más del pedo de las Musas
que de sus cantos:
Obsecuencia aborrecible;


Al fumador de opioides sueños
y alcohólico sin remedio;
amigo de los perros
plantas
prostitutas
y borrachos
y los vellos del antebrazo de la Noche

al que nada debe y nada teme
-nunca fue el caso ni de uno ni de otro-.
y silbando va por la Vida;
a esta Mecha en cuerpo de Dinamita
reproduciendo una y otra vez el "Big-Bang" dentro de sí
tras las tinieblas de sus pupilas...
Rombo, Criminal y Santo por igual.


                                                                             &&&

hízoseme entonces
del Aserreín del Odio
y la plasta blanda
del Amor:

por Manos ensortijadas
y llenas de cicatrices

ayuntándose por Gracia
del escupitajo...

                                                                             &&&

Creo recordar que en alguna de las brillantes novelas de Auster se habla de casos humanos en que o bien intencionalmente o debido a otras circunstancias privados son del contacto con Lenguaje y humanos en sus más verdes años,  pues tal fue Mr White, rompiéndole con ello la madre a las superfluas disputas académicas en relación al "Tractatus"
Retroceder alguna vez hasta el estado
prístino y feral
en que ni el mismo viento Austral
posaría el índice
y ser por fin alguien en la Vida;
dejar de porfiar contra amigos invisibles
en un estado
de petrificada adolescencia:
maromas del festín
y alimento de palomas:

"¿Por que Tiempo invertido
en libros de tinta
y pródigos en eructos?",
me digo

Tuve que haber
cambiado de Dealer.

Mis arrebatos de idiotismo
los llevo en las costuras
tal flash de cámara
o cosquilleo en la espina:
el más enjuto día
que jamás nadie haya vivido,
y largos a veces
como el luengo rostro del Insomnio;

putazo de Box Thai
agudo y tétrico
cual tétrica putada
o hueso roto
o coágulo en arteria

                                                                               &&&

(Cuando mi Cartal Astras
en esto era específica:

"¡sera asesino!;
morirá en la horca---"

maldita, maldita sea...

Creo haberme arrojado
a los brazos del Vacío
y que Atlas no carga al mundo
sino que adosado
flota con él
cual aquí es zozobra inmensa
en la inmensa Mar:
pues pensar podría Aquél
que nos sostenemos a una tabla
cuando es caso contrario:
que nos aterra sumergirnos
y a tabla endeble aferrarnos.

                                                                                &&&

Concupiscencia mentales
que dan origen a la Guerra
y huestes de Troya
y lloran sobre tratados de Paz
y fingen odiar al Hombre en su conjunto
mientras escrutan al Rey desnudo
que atraviesa al pueblo X...

El gatillo es un muslo femenino.

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