viernes, 13 de julio de 2018

Selene.


“If youy didn’t care what happen to me and I didn’t care for you,
we would zig-zag our way through the boredoom and pain,
 ocasionally glancing up through the rain, wondering which of the buggers to blame,
 and watching for pigs on the wind
But you know that I care what happens to you,
and I know that you care for me too,
So I dón’t feel alone or the weight of the Stone,
now that I found somewhere safe to bury my bone,
‘cause any fool knows a dog needs a home,
a shelter from pigs on the wind”
Pink Floyd, “Pigs on the wind”/Animals



Nos llaman “binomio”.
Pero despejar dicha ecuación se encuentra más allá del cálculo mental y su arrogancia numérica; y también –pues todo hay que decirlo-, del mismo Bien y Mal.


Nos llaman “amo y esclavo”.
Pero a menudo los papeles se funden y confunden, por arte de birlibirloque según yo, por dialéctica hegeliana, a colegir del sardónico brillo en los ojos de Selene: donde se concentra todo el desprecio Borgia y la majestuosidad de los Médici y Sforza; toda la corte del “Rey Sol” y sus secretas orgías y pantagruélicas comilonas (a las cuales acudían las putillas del más alto nivel y los lacayos de roja libre adornados con dorados brocados y golas almidonadas bajo mantelería  de Utrecht); toda la depravada sabiduría de la Serpiente cuando aún “gateaba” y su mirada refractaba la blancura de la nieve… Todo el insondable Abismo que ocultan las lujuriosas tetas de la Madre Naturaleza que con tanta facilidad seducen a la estúpida alma del Poeta…



Nos llaman “par de ociosos”, “ninis”, “buenos para nada”.
Mutatis mutandis, fueron las palabras de cierta innombrable fémina (cuya sola persona aduce para sí una plausible refutación al Antiguo Testamento, pues en vez de enemistarse por los siglos de los siglos con la serpiente, heredó de ésta no sólo la bífida lengua, sino también la ponzoña, privada sin embargo de su sabiduría): ”en tu día libre (¡¿existe algo así para hombres como nosotros?!) no’ más paseas a tu pinche perro…”… Le deseo con toda el alma ser desposada por Schopenhauer una vez pise el Infierno, donde tarde o temprano nos encontraremos…



Nos llaman, Poeta, de muchos modos, creyendo ingenuamente que la angostura de su pretérita cuanto más erradas palabrería serviría de riel al tren bala en que nos hemos convertido, y que sólo admitiría por pasaje al del linaje de Laertes y su fiel Argos, dejando en el andén a la insufrible muchedumbre con sus bocineros  y vendedores de palanquetas y policía bancaria…



Lo cierto es que somos “el Cínico Perfecto”, por así decirlo: yo, la elucubración de la teoría, Selene, la consumación de la práctica.
Somos la criatura que nunca pudo hallar Diógenes con su linterna encendida al mediodía, en su búsqueda del “Hombre”; a milenios de distancia podemos amablemente reír de él y con él -¿u otra cosa más genuina podría esperarse por respuesta del verdadero Cínico? ¿Y existe hombre con quien más convenga hablar como no esté ya muerto?-…. Somos la civilización griega y la sosa cáustica que escurre de los labios de los “Perros” y la corroe: ”del latín cynicus, y este del griego antiguo κυνικός (kynikós), originalmente tomado del nombre del Κυνόσαργες (Kynósarges), el pórtico donde enseñaba el filósofo de esta escuela Antístenes, luego reinterpretado como derivado de κύων (kýōn, "perro")”; y si no me crees, míralo en la “Wikipedia”, por si te diera pereza o justificado desdén acudir a Mateos Muñoz... Selene, poseída de ímpetu destructivo, tomó y destazó con el hocico por fortuna algo más que poemas que ya nunca más verán la luz (quizá detectó allí mucho Síndrome de Down, y lo que yo tomo por ímpetu destructivo sea más bien eugenésico, y haya  con ello salvado al género humano de algo abominable, aunque inmerecidamente): mi sombra. Reemplazándola, me ayudó a ser algo más completo, algo más perfecto (según la mitología aristofánica, que no platónica); mas no por ello me creo en condiciones de hacerle la guerra a la divinidad ni a mi deletéreo Sino, sino todo lo contrario: mi perrito me indica la dirección de lo que una vez roto hay que volver a unir, y que ninguna re-ligión establecida sobre la Tierra puede hacer: mi perrito me conduce a la "Ligión" que tanto he necesitado; mi perrito me lleva "hacia atrás", si me compras la metáfora; mi perrito me invita a carcajearme en la jeta del Progreso... Mi Selene y sus desparpajadas costumbres de cagarse a mitad de calle, de follar enfrente de la mojigatería, de dar mordidas o cariño según le place... Selene y su irreductible e incomprensible forma de amar, me recuerda que amén de las letras, no son las armas, como quiso "el de la Triste Figura" (porque somos "quijotistas", ¿no? No "cervantistas", y de paso algo "unamunistas")... Selene, Su Selenía, Su Selenísima Selenidad, me recuerda constantemente el exhorto de Marco Tulio, querido Amigo: 


                                 

Es el aliento de la Tierra, su pródigo y esponjoso seno, su negra mortaja y las rutilantes joyas sobre ella a donde mis pasos quieren ser conducidos: la fundición con lo Uno y Diverso, el Trabajo con el Amor, el Hombre con su Inocencia:

"Porque sólo podemos aceptar la Vida a condición de ser grandes, de sentirnos en el origen de los fenómenos, por lo menos de cierto número de ellos.Sin poder de expansión, sin cierto dominio
sobre las cosas, la Vida es indefendible. Sólo una cosa es estimulante en el mundo: el contacto con las Potencias del Espíritu",

sostuvo el gran Artaud.
No seré yo quien lo refute.
No seremos nosotros quienes lo falsifiquen. 


                                        

Ave Caesar (Imperator)! Morituri te salutant!
Perdón.
Quise decir: "Vivituri te salutant!

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