jueves, 4 de julio de 2024

Días de mierda.

Mejor harían algunos días
en no nacer siquiera:
en no sumar al mundo
con su peso de catafalco
y gris calamidad;
en no mirar abajo
con ese rojo rencor
tras su ojo ígneo,
el sarcasmo cual puñal agazapado

en su sonrisa argentina
y el esputo de desprecio
volcado en millones de gotas
sobre nuestras testas yermas
y cansadas…
Mejor harían en ser óbitos
en la negra entraña de su madre
y nunca ver la luz,
dejando intacta nuestra estúpida
esperanza, sin soplo
el ascua de nuestra desesperación…
Harían bien los tales días
en ser arrancados en pedazos
del calendario como fetos,
haría bien la Tierra
en rehusarse a girar,
haría falta un cruel palafrenero
en el carro de Apolo,
que moliera los corceles
a palos y vituperios de trueno…
Haría falta un apocalipsis
de vez en cuando,
que sustituyese
a esos días de ignominia.

                  ***

En esta hora agria y sublunar,
jarabe de amargura, rictus de dolor;
en esta hora parecida a mujer acribillada
sobre mesa fría
y metálica de autopsia,
en esta hora que patalea en su gangrena
con grebas en sus puños
y verde espuma
borbotenado en su ano.

En esta hora que nace y crece
como planta con ponzoña
o cola de alacrán; esta hora orgánica
que pende sobre un contrato de sangre…
Esta hora,
lánguida cual puta satisfecha: apenas
un decapitado segundo,
una hora cobarde y parsimoniosa…

En esta hora, sí, mi destino se cumplirá:
para que la noche, ala de murciélago,
se expanda, y su pene rojo
y salitroso lubrique y se hinche…
Noche rubia
y de moradas uñas, multívoca y
variopinta… Noche…




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